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50. El objeto de mi deseo - Cinturón verde (Parte I)

Posted by Juan K Peña on martes, diciembre 23, 2008

- ¿Y qué quieres por Navidad?
- Mi cinturón verde, al Barça campeón de invierno y a vos… o un clon tuyo.
- ¿Yo? Yo no soy nada especial.


Esta Navidad, el objeto de mi deseo es un cinturón verde en kaju kenpo. En realidad, es lo único que quiero, porque depende de mí. Nada me llama más la atención… En un año he pasado de ‘All I want for Christmas is you’ a una especie de quemeimportismo bárbaro en estas fiestas.

Sospecho que he estado bordeando una etapa huraña, hosca y agresiva nuevamente. Esto solamente se ve amainado por las múltiples lesiones que he sufrido estos días y que no mejoran conforme se acerca la fecha del examen. Me enfrento otra vez a mi lado oscuro y no lo encuentro desagradable, no me molesta. No, no hablo de Anakin Skywalker convirtiéndose en malo; hablo del momento en que el tigre muestra sus patas gruesas de vuelta sobre la hierba y el dragón se va a dormir, que mi espiritualidad no va a aflorar tanto, porque lo físico se impone, que la sensibilidad se queda callada ante la voz rugiente de la reactividad. Hoy lo noté. Estoy impaciente.

Lo único que me retiene de entregarme completamente a ese maremágnum de sensaciones es que me encuentro bastante herido. Creo que nunca he sufrido tantas lesiones juntas. No vale la pena entrar en detalles, pero vale decir que soy derecho y me toca pretender que soy completamente zurdo para poder pelear y que tampoco sirve de mucho.

Si, estoy impaciente, pero no es la impaciencia del enamorado que a las cuatro le empieza a latir el corazón más rápido porque quedó a las seis con su novia. Es la impaciencia de la intolerancia a diferentes cosas que detesto, como la estupidez, el intento de engaño, la promesa falsa o incumplida, a las ‘amistades’ oxidadas… No sé, ¡Hay tantas cosas! No, no soy malagradecido. Al fin y al cabo siempre somos los que fuimos y siempre se nos unen los que deben ser y eso es inmensamente rico. Obvio, para todas esas personas entrañables no existe el olvido, pero no puedo negar que hay cierta melancolía de ver como otras se vuelven sombras por propia elección. Antes, eso me desesperaba en una especie de ‘no te salves’ de Benedetti. Ahora es distinto, ahora es ‘Por favor, adelante, sálvate! Te aplaudo mientras lo haces, ahí está la puerta, no te compliques, toma la decisión más fácil… Aparece de vez en cuando, háblame de tus eventos y tu superflua vida social, de tus viajes y tus mundos, continúa demostrando que te salvas, una y otra vez, no sólo hoy, sino siempre’.


Por eso, no como niño bueno, si no como niño malo, esta Navidad lo único que quiero es mi cinturón verde. Y me da lo mismo que me digan que soy muy capaz de lograrlo como que me digan que soy un inútil y que no lo voy a lograr, porque al tigre no le van los halagos, ni le valen las amenazas. Dame bala, dame veneno, cáeme a palos, enfréntame, intenta destruirme, intenta dañarme, regodéate en tus intentos, siente orgullo si de alguna forma me sacaste una reacción, y cuenta los minutos, cuenta mis pasos. El tigre sale de cacería pronto y quiere su cinturón.


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