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51. El objeto de mi deseo - Cinturón verde (Parte II)

Posted by Juan K Peña on martes, diciembre 23, 2008
Han pasado tres días. La noche previa al examen solo pude dormir una hora. Lo que se asemejaba a mi ‘room mate’ viajaba de vuelta a su país. Se le ocurrió empezar a armar su maleta a las 03h00. Terminó de armarlas a las 04h00, solamente para ponerse a tocar la guitarra y a hablar por el celu a todo pulmón. Tenía muchas ganas de ‘putearla’, pero me aguanté. Hace días que no nos llevábamos bien. Calificaba en el top cinco de antisociales con los que he vivido. Algún rato van detalles sobre el tema, hoy lo importante es que terminé durmiendo una sola hora para el examen más exigente que he tenido en mi vida.

Salí a las 06h15 de casa. Jugo de mora, una ración de queso y una banana de desayuno. Para nada mi preparación había sido lo planteado, pero no era momento de arrugar. Esta semana había dudado mucho sobre lo preparado físicamente que podía estar, pero en este momento era tarde para arrepentimientos, caminaba hacia mi reto. Recordaba ciertos detalles de las conversaciones con mi maestro que me animaban a pensar que las cosas no serían tan difíciles, porque ya había pasado por lo más complicado.

No fue así. La dureza de mi maestro superó todas las expectativas que tenía. La preparación se quedó corta al lado del esfuerzo desplegado durante todo el examen. Talvez no fue tan largo como pensaba, pero fue tan intenso que la teoría de la relatividad tuvo mucho más sentido en ese momento. No es igual una hora con Natalie Portman que tres minutos debajo del agua, lo segundo dura mucho más. A lo mejor, el examen no fueron como ‘tres minutos debajo del agua’, pero estuvo cerca. Deshidratación total, un cansancio terrible y una hora luego del examen, a pesar de ya haber desayunado bien, empecé a sentir un frío terrible en el cuerpo, que era tan molesto como los golpes mismos.


Ejercicios de endurecimiento, creo que los fallé todos, estando lesionado. O al menos, hice una exhibición pobre. En Light contact no pude haber sido más defensivo, y la verdad es que de ‘Light’ tuvo poco, pero fue una pelea inteligente, contragolpeé bien, y me defendí con mis extremidades más sanas. En pelea de piso, también estuve inteligente, pero el cansancio se notó mucho. Me sorprendí a mi mismo con algunos movimientos que demostraron que he mejorado. Mis fuertes fueron la demostración de las técnicas de sumisión y creo que en kata estuve excelente.

Cuando todo terminó y esperaba la llegada de mi cinturón verde pude ver el fénix en mi espalda arder otra vez, renacer otra vez. Todas las memorias de situaciones y personas que me han hecho bien o mal reaparecieron y las recordé claramente, se mezclaron con el dolor físico. Estaba sobre una nueva cima y podía ver todo allá abajo con una paz y una extraña sensación de anestesia… Minutos más tarde me arrodillaba, me desprendía de mi cinturón azul para tomar el verde. Lo había logrado. ¿Y ahora qué? A descansar, recuperar las lesiones y empezar a divisar mi siguiente objeto de deseo.

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50. El objeto de mi deseo - Cinturón verde (Parte I)

Posted by Juan K Peña on martes, diciembre 23, 2008

- ¿Y qué quieres por Navidad?
- Mi cinturón verde, al Barça campeón de invierno y a vos… o un clon tuyo.
- ¿Yo? Yo no soy nada especial.


Esta Navidad, el objeto de mi deseo es un cinturón verde en kaju kenpo. En realidad, es lo único que quiero, porque depende de mí. Nada me llama más la atención… En un año he pasado de ‘All I want for Christmas is you’ a una especie de quemeimportismo bárbaro en estas fiestas.

Sospecho que he estado bordeando una etapa huraña, hosca y agresiva nuevamente. Esto solamente se ve amainado por las múltiples lesiones que he sufrido estos días y que no mejoran conforme se acerca la fecha del examen. Me enfrento otra vez a mi lado oscuro y no lo encuentro desagradable, no me molesta. No, no hablo de Anakin Skywalker convirtiéndose en malo; hablo del momento en que el tigre muestra sus patas gruesas de vuelta sobre la hierba y el dragón se va a dormir, que mi espiritualidad no va a aflorar tanto, porque lo físico se impone, que la sensibilidad se queda callada ante la voz rugiente de la reactividad. Hoy lo noté. Estoy impaciente.

Lo único que me retiene de entregarme completamente a ese maremágnum de sensaciones es que me encuentro bastante herido. Creo que nunca he sufrido tantas lesiones juntas. No vale la pena entrar en detalles, pero vale decir que soy derecho y me toca pretender que soy completamente zurdo para poder pelear y que tampoco sirve de mucho.

Si, estoy impaciente, pero no es la impaciencia del enamorado que a las cuatro le empieza a latir el corazón más rápido porque quedó a las seis con su novia. Es la impaciencia de la intolerancia a diferentes cosas que detesto, como la estupidez, el intento de engaño, la promesa falsa o incumplida, a las ‘amistades’ oxidadas… No sé, ¡Hay tantas cosas! No, no soy malagradecido. Al fin y al cabo siempre somos los que fuimos y siempre se nos unen los que deben ser y eso es inmensamente rico. Obvio, para todas esas personas entrañables no existe el olvido, pero no puedo negar que hay cierta melancolía de ver como otras se vuelven sombras por propia elección. Antes, eso me desesperaba en una especie de ‘no te salves’ de Benedetti. Ahora es distinto, ahora es ‘Por favor, adelante, sálvate! Te aplaudo mientras lo haces, ahí está la puerta, no te compliques, toma la decisión más fácil… Aparece de vez en cuando, háblame de tus eventos y tu superflua vida social, de tus viajes y tus mundos, continúa demostrando que te salvas, una y otra vez, no sólo hoy, sino siempre’.


Por eso, no como niño bueno, si no como niño malo, esta Navidad lo único que quiero es mi cinturón verde. Y me da lo mismo que me digan que soy muy capaz de lograrlo como que me digan que soy un inútil y que no lo voy a lograr, porque al tigre no le van los halagos, ni le valen las amenazas. Dame bala, dame veneno, cáeme a palos, enfréntame, intenta destruirme, intenta dañarme, regodéate en tus intentos, siente orgullo si de alguna forma me sacaste una reacción, y cuenta los minutos, cuenta mis pasos. El tigre sale de cacería pronto y quiere su cinturón.


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49. You got mail - El sueño del Pibe

Posted by Juan K Peña on lunes, diciembre 15, 2008 in , ,

Por fin llegó la carta que estaba esperando como agüita de mayo. Era de la Escuela de Entrenadores de Fútbol en la que estudiaré. ¡Estoy oficialmente matriculado! Si bien no he ganado nada, es una especie de ‘pole position’.

Me da mucha tranquilidad. Tenía tres opciones, como casi siempre y en todo, y creo haber elegido la mejor. Estoy un poco más cerca de uno de mis muchos sueños, que no son sólo sueños; porque soñar es gratis. El trazarse metas, trabajar por ellas cuesta mucho, hay sacrificios y dolor de por medio. Soñar es gratis y es un principio, pero es sólo el principio.

Aparte, en una carrera uno se junta con un montón de soñadores. Es curioso que entre tantos soñadores, al que mejor le va generalmente es al que más tenga los pies en la tierra. ¿Quiénes serán mis compañeros en esta nueva travesía? ¿Quiénes serán mis nuevos amigos? ¿En qué consisten los nuevos retos?

¡Hay tanto por hacer! Estoy muy entusiasmado y ansioso. No siento nada de miedo, sino deseos de empezar ya mismo. Sentí un poco como que el tema de 'El sueño del pibe' se hacía realidad conmigo.



diego maradona y luciano pereyra - el sueño del pibe.mp3 -

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48. Declaración de principios (parte I)

Posted by Juan K Peña on viernes, diciembre 12, 2008 in , ,
A veces encontramos a personas que parecen perfectas, o al menos perfectas para nosotros. Poco a poco, su perfección se desfigura, porque la perfección humana está cargada de defectos.

De repente ella hace cosas que te molestan, que te ofenden, que no te gustan, que desprecias, que te desilusionan o que te decepcionan, que no es lo mismo. Nada de esto debe afectarnos, aunque a veces nos molestemos, ofendamos, disgustemos, despreciemos, desilusionemos o decepcionemos. No, no debe afectarnos.

Cuando uno logra ver la luz no hay razón para nublarse. Ahora, cuando conozco una chica que me interesa, me llama la atención o creo que tiene posibilidades de ir más allá que ‘una simple chica’, me repito lo siguiente:

‘Voy a disfrutar de la compañía de esta mujer, mientras sea disfrutable, mientras sea algo bueno para mí. En el momento en que ella se vuelva una molestia, un dolor de cabeza o un cúmulo de incertidumbres, me largo. No necesito problemas, silencios innecesarios, ni drama en mi vida. Mi felicidad es mucho más importante que esta mujer… Hasta que ella pruebe lo contrario.’


No sé, lo encuentro sano. Muy sano.

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47. Vivir para contarla

Posted by Juan K Peña on lunes, diciembre 08, 2008 in , , ,

La vida no es la que uno vivió, sino la que uno
recuerda y cómo la recuerda para
contarla.

Gabriel García Márquez


Últimamente mi vida se mece entre la rutina y lo imprevisto. A veces necesito esa rutina, que no es rutina, sino un orden, una estructura para mantenerme seguro y apuntar al siguiente puerto. Pero también amo la locura de lo imprevisto… Quiero saber ¿hasta donde puede llegar mi cuerpo, hasta donde puede llegar mi alma, y hasta donde mi mente va a tolerar tanta ambición de las dos? Empiezo a preguntarme si el terreno que va más allá del dolor es lo suficientemente amplio como para que valga la pena visitarlo, quedarme un rato y talvez traer recuerdos para la familia. Mis sentimientos siguen siendo imprevistos, pero aún se mantienen en una tibieza que no termina de convencerme. Tan tibios son que no me interesa la opinión de la mayoría de mis interlocutoras en este tema.



Quiero seguir saliéndome del promedio, de la fila, del guión y de la ruta..., crear una historia distinta, que valga la pena ser contada, narrada, repetida, porque eso es lo que cuenta ser protagonistas de nuestras vidas, y de vez en cuando de la vida de alguien más. Quiero seguir saliéndome con la mía. Creo no estar loco, aunque mucha gente piense lo contrario. Mejor dicho, admito mi locura, solamente como un paso previo, ineludible y muy necesario de la genialidad. Por tanto, se que mi locura es tan posible, en la medida que lo es mi genialidad. ¿Mejor rechazamos las dos cosas?

No estoy desquiciado, pese a seguir entrenando y peleando con un codo dislocado. No estoy desquiciado por haberme liberado de la práctica del derecho, no estoy desquiciado por no haberme enamorado hasta ahora. Más bien estoy algo ‘gafado’, por eso, por lo último. No estoy desquiciado por encontrar altamente sosas y desabridas las fiestas de esta ciudad. Amo la vida y amo los toros de lidia, pero corriendo libremente por los pastizales. No entiendo la música repetitiva y ensordecedora con el desencanto y tristeza propios de los acordes andinos en un autobús destartalado en un clima que no pasa los cinco grados como un elemento imprescindible para disfrutar de una fiesta. Eso, entre otras cosas…

No estoy desquiciado por pensar que tengo derecho a aspirar a una vida más rica y profunda que la que he llevado hasta ahora, o inclusive más rica y profunda que la de muchos que me critican por esta decisión. No estoy desquiciado por ser sumamente selectivo, especialmente con las mujeres. A lo mejor, si estoy loco, pero disfruto de mi locura y si me dejas te haré disfrutar de ella hasta volverte loca.

No respiramos el mismo aire, ni respiramos igual. El agua que bebo es distinta a la tuya. Mi agua sabe a verdad… talvez porque me sabe distinta a todo lo demás. No somos iguales y sin embargo, estamos aquí, tan cerca y tan lejos. He recorrido muy poco del mundo, pero mucho de mi mundo. El saber perder la razón, me ha dado mil razones para seguir, para volver a creer aunque solo en vos, aunque ya no en vos. ¿Hola? ¿Con quién hablo? ¿Por qué colgaste? Sabía que eras vos.

Quisiera saber cuando voy a morir. Me quitaría todos los miedos de una vez por todas que hoy puedo tener de una vez por todas. Creo que sobreviviremos a nuestros malos gobiernos, o excelentes desgobiernos. Creo que aún creo en algunas cosas y en algunas personas. Creo que aún creo en vos. Y, sobre todo, creo en mí.

He estado demasiado tiempo bajo el agua. He camino suficiente sobre el fuego. He sobre pasado los límites de mi propio dolor y no hablo solo de mi alma… He estado solo lo suficiente como para llegar a disfrutar de mi compañía, de mi silencio y de una voz que habla desde dentro de mí y se expresa con una sabiduría que no me pertenece, sino a la energía del universo…

Estuve en un colegio católico que no logró robotizarme, he vivido en otras tierras, he pasado mucho tiempo lejos de casa, tanto que aún no sé donde quedó mi propia Ítaca. Tuve muchos amigos que se perdieron en el camino y tuve otros tantos que se perdieron entre sus obligaciones laborales y su afán de calzar en un círculo social distinto, pero obvio, nunca calzarán en esos círculos al ser tan cuadrados los pobres. También tuve tiempo para transitar los caminos del desamor, talvez me he quedado en esos pagos demasiado tiempo, pero he aprendido mucho sobre el amor también en esos oscuros terrenos… ¿Qué más puedo decir? Estoy bien, estoy re bien…Francamente bien. Tengo muchas ganas de ver que viene después, que más puedo contar, porque uno simplemente ‘vive para contarla’, recordando lo mejor que hemos vivido y como lo hemos percibido… Eso, y solo eso es lo que he vivido. A lo mejor he de intentar, proyectando mis sueños, contarla para vivirla…

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46. Flaky behavior - Errores no forzados (parte II)

Posted by Juan K Peña on jueves, diciembre 04, 2008 in , , , ,
A la final nunca salimos con María José. Tenía algo que me gustaba y quería descubrir que era. No sé si era su cabello enmarañado tipo Hermione, su sonrisa inteligente o que era una chica que salía de los esquemas clásicos. No sé, me parecía una mujer capaz de encadenarse a su trabajo, pero jamás a su oficina. ¿Está claro, no? Olía a arte, a sensibilidad, a conversaciones largas y entretenidas, pero no… nada de eso llegó a desarrollarse.

Recientemente, una amiga me decía que ha desarrollado una alta intolerancia a los errores de los hombres. ¿Me pregunto si me está pasando lo mismo con las mujeres? La actitud ‘flaky’ de María José fue evidente, lo quiera o no. Habíamos quedado en salir, pero todavía no nos habíamos puesto de acuerdo en los detalles, qué, cómo, dónde, cuándo... que vienen a ser detalles totalmente complementarias cuando estábamos de acuerdo en salir.

- Almorcemos este viernes.- Dijo ella
- ¿Este viernes?
- Si, es el día que puedo…- Me dijo, añadiendo que andaba hecho loca con su trabajo.
- Perfecto, entonces el viernes nos vemos.

Para ella era un viernes más. Un viernes, talvez como cualquier otro. Sólo que en la mañana tenía un examen y tenía mucho trabajo y tareas que hacer. Para mí no. Para mí era mi cumpleaños. Estaba arreglándome para salir cuando me llegó un mensaje cancelando. Decía que no podía porque tenía que hacer un trabajo en grupo. Y que si yo quería que nos viésemos más tarde.

Supongo que se le pasó el pequeño detalle que yo tenía el mismo examen que ella tuvo en la mañana, en la tarde. Recuerdo que cuando mis amigas me vieron con la cara larga y se enteraron lo que me pasaba, la querían matar. Casi me hacen jurar que yo la plante de vuelta cuando ella me invite.


¡Obvio que no! Obvio que aseguré que si ella me invitaba, yo si iría, sólo para mostrarle ‘mi clase’ (mi encanto, mi swing y mi charm, como diría Fito). Lo raro es que, aunque sé que eso le importaba mayormente, yo tampoco fui en cada otra oportunidad que tuve. No fui a su cumpleaños, solamente la llamé. Me dijo que estaría con sus amigos y amigas en un club y que fuese. Yo le dije que lo intentaría, pero no fui.

Más tarde me invitó a una obra de teatro en la que ella actuaba, y la verdad quería ir. Pero tampoco fui, y no fue una sola presentación, sino dos a las que supuestamente podía ir. Imposible. Una de las veces tuve que quedarme con mi hermana chica en casa y la otra vez, tuve que ir al médico y salí tarde.

No lo hice conscientemente, pero no iba a los posibles encuentros que podíamos tener. Sin embargo, al enviar los mensajes diciendo ‘lo siento, no puedo ir… espero que haya ido todo bien’, siempre tuve la sensación que había consumado una venganza. Era una sorpresa para mí mismo.

Cuando analicé todo en frío, caí en la cuenta que su primer desplante me había hecho perder cualquier interés serio en ella, y por más que me gustaba, que veía cosas lindas en ella, era obvio lo que estaba pensando. Cuando tenemos muchas opciones, de forma consciente o no, buscamos mecanismos para descartar aquellas opciones que por una razón u otra no nos convienen. Creo que hombres y mujeres tenemos esta capacidad para descartar aquello que no nos conviene. Pero, claro, como generalmente los hombres proponen y las mujeres disponen, son ellas las que hacen el descarte. En este caso en particular, traduje el comportamiento ‘flaky’ de ella como una señal inequívoca de una persona poco seria, que no muestra respeto y no da a los otros la atención que recibe. Ojo, no es que ese comportamiento significa eso inequívocamente, pero es como se percibe de buenas a primeras.

Sospecho que María José es una chica que vale la pena y talvez no tuvo conocimiento de que era mi cumple ese día, y me plantó. Pero… el desconocimiento de la norma no te exonera del delito, no?

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45. Tres versiones de una cita a ciegas (parte III - Me toca a mí)

Posted by Juan K Peña on martes, diciembre 02, 2008
ADVERTENCIA! Esta es una historia real, pero caleidoscopicada. No son tres historias, es una misma desde tres puntos de vista distintos. Esta es la tercera parte, y como diría Wisin en RAKATA: 'Me toca a mí', decir lo que pienso, como lo vi y como creo que acaba.

Mi mes de vacaciones en Buenos Aires está por terminar. La verdad es que muchas vacaciones no tuve. Pasé trabajando y ultimando detalles para venir a instalarme acá.

Precisamente, una noche luego de asistir a unas clases como oyente en la escuela de ATFA en Núñez, decido tratarme bien y cenar en un resturante japonés. Mi fascinación por el sushi hacen que no pueda pasar ni 20 días sin probarlo. Mi caminata noctura me lleva al Miyoshi Sushi. Parece un buen restaurante.

Estoy por entrar cuando viene un flaco, rubio y un poco más alto y casi me atropella. Lo dejo pasar y le digo.

- Cuidado! Al ver que va a pisar un pedazo de mierda de perro.
- Cuidate vos, nabo!
- Me grita.

No estoy para peleas, es más divertido ver que pisa mierda. Me hago a un lado, al ver que empieza a saltar en un pie y a sacudir el otro. Entra como si ya se hubiese limpiado del todo dejando una estela de porquería al caminar.

Al entrar, me tomo mi tiempo para ver la decoración y el lugar. Escucho, sin embargo, que el tipo pregunta por ‘Claudia Bosch’. ¿Cuáles son las posibilidades de que se trate de MI Claudia? (Aunque tan mía ya no es, y talvez nunca lo fue). Siento una leve agitación que me dice que si, que será ella quien esté ahí o por llegar y si la veo, (y peor si la veo con ese imbécil), no sabré como reaccionar.

La chica me dice que me atienden enseguida. Sonrío para asentir. Le pido una mesa en específico que tiene vista a la que ocupa el flaco que preguntó por Claudia. Pasa media hora y empiezo a pensar que Claudia, (si es que se trata de mi Claudia) no saldría con semejante ejemplar, que a lo mejor si es ella, para entonces habría recapacitado y no llegaría. Ordeno un poco de sake para empezar la espera.

Durante la espera veo unas demostraciones de tan malas y bajas costumbres que ruego que no sea Claudia la que llegue, porque me daría asco recibir solamente dinero de las manos de un tipo tan ‘insalubre’? ‘asqueroso’?

Llega Claudia y yo que me pensaba totalmente inmune a ella y nuestra historia, no puedo negar que aún me frustra verla ahí, pero a la vez me alegra y me extraña. Esta tan bella como siempre, a lo mejor está un poquito más mayor. Han pasado casi cinco años desde nuestro último contacto. Es como un sueño.

El tipo se levanta para saludarla de beso. ¿El beso? Me recordó a la forma en que Martín Palermo cabecearía un balón bajo contra el piso. Luego le ayuda a acomodarse en la mesa. ¿Le ayuda? Más parece una cargada propia de reggaeton. Totalmente inapropiado. Tengo deseos de intervenir, de decir algo, de asomarme, pero sé que ahora soy solo un fantasma y son esas palabras que aún recuerdo las que me permiten permanecer inmóvil, pero atento a lo que sucede.

Lo veo mordisquear los palitos de madera. ¡No puedo creerlo! ¿Quiere hacerla reir? Me doy cuenta que no es actuado. A lo mejor es producto del alcohol. No para de servirse vino y sake. La situación se vuelve cómica.

Más tarde veo a Claudia con cara de asco, como si fuera a vomitar. La miro hacer ademanes como que olfatea. Supongo que será el olor a mierda de los zapatos.

Sumi, mi mesera, una chica además de linda, muy agradable, me trae mi orden y empiezo a comer, cuando ella se va a retirar entablo conversación con ella de forma coqueta. La uso de escudo el momento que Claudia se levanta para ir al baño.

El rubio llama a Sumi, y parece que le pide algo como un desodorante, desinfectante o raid? Sumi vuelve con algún aerosol que el echa en sus pies y piso como si fuera AXE. Cuando Claudia vuelve escucho que menciona algo sobre escarabajos y gesticula para contar alguna historia ridícula.

Ahora es él el que se levanta. Sumi me pregunta si está todo en orden, le digo que si y que me traiga la cuenta. Parte de mi me dice que me levante, la tome por el brazo y la saque de ahí. Parte de mi, me dice que me largue y una tercera parte me dice que, me mantenga como el fantasma que soy, solamente cuidándola de que no acabe tan mal la noche como podría pasar una chica con un tipo así.

Salgo del restaurante. Ella no me ha visto. Me quedo caminando por la zona, un poco preocupado por la decisión que he tomado. Veo que salen juntos casi diez minutos más tarde. Salen abrazados y toman un taxi. Yo tomo el siguiente y pido que siga al que va delante.


Van a un hostal, ella se baja y lo carga como si fuese un muerto. Un hombre le abre la puerta y lo ayuda. Sin embargo, es ella quien lo carga como si fuese un muerto. Me bajo del taxi y me quedo pensando en si ella saldrá o no. Sale a los cinco minutos, agarra un taxi y se marcha. Yo volví en colectivo a la casa de mi hermana.

No, en esta versión no acaba la historia. ¿Quieres saber como acaba? Me cuentan que se casaron y vivieron felices… No, no te estoy cargando. Es verdad. ¿Felices para siempre? No sé. En todo caso, yo tengo la impresión de que ella sigue cargando con un muerto.

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45. Tres versiones de una cita a ciegas (parte II - Lo narra él)

Posted by Juan K Peña on martes, diciembre 02, 2008
ADVERTENCIA! Esta es una historia real caleidoscopicada. No son tres historias, es una misma desde tres puntos de vista distintos. Esta versión corresponde al blog de Lorenzo, se lo robé sin el más mínimo escrúpulo, por supuesto.)

Ayer sábado llegué en la tarde a Capital Federal para mi gran cita con Claudia, la ‘chica de noviembre’. La verdad estaba renervioso, hasta me dolía un poco la panza y estaba todo torpe como enfermo de parkinson tocando la batería. Me puse mis mejores galas. Unos jeans que yo mismo corté y una campera negra y un pulóver que me hizo mi abuela antes de coserme las manos. Para matar el hambre me compré una birra y un choripan, aparte ese era el perfume más adecuado para provocarle hambre a la minita, aunque mas bien me perseguían algunos perros callejeros de la zona.

Llego al restaurante del señor Miyagi, preguntando por 'Karatekit'. Grande Daniel-san! Me gasté media hora en remís! Pensaba que para ahorrarme lo del remís debí haberlo sacado una cuchilla o una yilé al remisero o algo, pero era un tipo grande (nota del dueño del blog: supongo que quiere decir gillette). Al parecer, el Miyagi era un comedero chino, cosa que me dejó molesto. ¿Qué carajo voy a comer en un restaurante japonés? Laptops? Fotos? Televisores? Al momento de entrar sentí que pisé suavecito… un pedazo de mierda de perrooooo, noooo! La reputa que…! Intento dar patadas al aire a lo calentamiento de River para quitármela del zapato y el sorete sale disparado para mis dedos. Que ascoooo! Pero, no tengo tiempo que perder, soy un tipo re ocupado. Así que entro porque como todo tipo ganador tenía una mesa reservada. Y viene una chinita a acomodarme casi en el suelo. En el suelooo! Y toda esa manga de chetos sentados en el suelo con sus mejores looks de otoño-primavera!

Pasa más de media hora y la turra esta no llega. Me miro las bolas, me rasco la cabeza, me pico la nariz y me saco un pedazo de cerebro. Al cuarto de hora, con cinco mocos en mi cuenta personal y un olor a mierda en la otra mano, veo entrar a una morocha impresionante con un pantalón negro, re pegadito y botas, remerita de tirantes con un escote que estaba como para buscar alguna cosa que se me pudo haber perdido y una camperita de onda militar, fashion total. ‘La mato a la hija de puta!’ Me pongo de pie como resorte, y me acerco sudando, todo nervioso y con un beso me presento. Ella se queda un poco sorprendida, sospecho que es por el perfume de chori-quilmes. La invito a sentarse… en el suelo como la gente importante.

Como quería ganármela a fuerza de ser lindo y no sabía por donde empezar, me acerco a su espalda y le pongo la mano en el pantalón y la arrimo a la mesa empujándola casi del culo, como todo campeón. Cuando vi la bombachita tipo hilo dental negro pegada a su piel, me imaginé que me la garchaba ahí mismo. Me imaginé la cara de enfermo sexual que debía tener en ese momento, ja!. Con un gesto casual y caballero le pasé la mano por el pelo, mientras volvía a mi sitio… Ahí me acordé del pedazo de mierda en los dedos… Soryyyy!!!!

Agarro el menú, la carta, lo que sea y pido lo primero legible que encontré. ‘Deme un Miyo-shi Sushi Cu-sinè’, le digo a la chinita con mi mejor acento oriental. La chinita hijadeputa me dice ‘Disculpe, ese es el nombre del restaurante’. Autogolazo, que superé con una sonrisa re ganadora, pero tan falsa como billete de dólar celeste, diciendo que era broma y que ella pidiera. Una comida de mierda! Me tocó aletas creo. Asi que me dediqué al vino y al sake ese. Intenté romper el hielo. Están un poco duros los palitos de pan, eh? … A todo esto, cuando por fin creía que iba a armar una oración con sujeto y predicado, Claudia dice que tiene nauseas y que algo le huele mal… Como no le iba a oler mal con el pedazo de mierda que tenìa en el pelo y yo que tenia un fósil de perro pegado en mi zapato. Le digo ‘Querida, andá al bañó. Refrescate. Yo me encargarè de todo’.

Eh, vos, chinchulina! Veni, que acá algo apesta, tenes un desodorante ambiental o algo? Si no traete RAID o algo! Dale, movete, para hoy! Claro, creo que como me vio cara de ser el peor de las chusmas me lo trajo rápido. Le digo a Chun li, que cuando vuelva Claudia le vamos a decir que estábamos matando un escarabajo pelotero. Momentos más tarde vuelve mi porteña morocha, diosa total. Se sienta con cara de asco, ademanes de re cheta incluidos. La versión que ella escucha: Un escarabajo pelotero se había colado en el restaurante arrastrando su bola de cacona. No me creía nadaaa! Me tocó decirle que los escarabajos esos se comen el humo de los cigarrilos.

Luego de tomarme yo solo el sake y casi todo el vino, por poco y me quedo ciego! La vejiga me iba a estallar ahí mismo. Y mientras ella hablaba y hablaba, mi mirada iba de teta en teta, y eso que solo tenia dos, pero relindas, sanas, atléticas, deliciosas, como para postre con alfajores de maicena y todo. Yo, tenia que tranquilizarme asi que fui al baño. Aún me acuerdo que meo durante horas, hasta quedarme la piel pegada a los huesos, todo deshidratado. Salgo del baño y voy dispuesto a soltarle los perros a la minita, sin intimidarme, comiendo de su plato y diciendole cositas sucias. Levanto la cabeza para mirarle a los ojos, todo ganador y veo una rubia??? Y Claudia? Aaaah, está a la derecha, me confundí de mesa! Sory!

De la vergüenza muevo la mano con nerviosismo, y un pedazo de pescado vuela a través del salón hasta golpearle en la cara a un pibe obeso. 'Miralo al pibe! Ta gordo! Come hasta por los ojos!' Yo me cagaba de la risa, hasta que vi al novio de la rubia embistiendo contra mi, tipo Pichot y Juani Hernández juntos y me levanté como pude pidiendole ayuda a la chinita que me ignoraba por completo.
Lo que pasó luego, no tengo la más remota idea. Me desperté en el hostal que me quedaba, solo. Por lo visto, no me la garché, pero esa misma mañana le dediqué tres pajazos a mi morocha, y todo eso antes del café con leche y medialunas, como todo un señor
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45. Tres versiones de una cita a ciegas (parte I - Lo narra ella- CB)

Posted by Juan K Peña on martes, diciembre 02, 2008
ADVERTENCIA!! : Esta es una historia real, pero caleidoscopicada. No son tres historias, es una misma desde tres puntos de vista distintos. Esta es la PRIMERA PARTE- Narrado por una 'amiga' a la que llamaremos 'Claudia Bosch'.)

Aún no puedo creer que Lorenzo me convenciese para salir la noche de su visita a Capital Federal este último fin de semana. La verdad, es que al principió lo vi recomplicado. Nunca había visto ninguna foto suya en mi vida, y lo único que conocía de él era su carácter infantil, inmaduro y egoísta, gracias a los mensajes zarpados que me enviaba por mail o los comentarios del mismo calibre que dejaba en mi fotolog. Pero, tengo algo de felina que seguro no son los ojos. La curiosidad me venció y ya que este chico iba a venir por mis pagos… ¿Por qué no?

A las diez de la noche nos encontramos en un restaurante que se llama, Miyoshi Sushi Cuisine, en la zona de Palermo. Es un resto japonés, un poco caro. Fue mi elección, obvio!

Llegué a eso de las diez y treinta. Pregunté si había alguien esperándome en la mesa que había reservado. La chica que atendía me llevó a la mesa donde me esperaba él, todo consumido por la impaciencia. Lorenzo. Se levantó para saludarme de un salto apenas me vio. Eso me ayudó para analizarlo: Rubio oscuro, con una barbita bien afeitada. Me atrevería a decir que incluso llegaba a lindo. Claro que tal como me lo había imaginado, cualquier cosa superaba mis expectativas.

Iba vestido con una campera negra y unos Levi’s con las características rasgaduras que hacen que unos pantalones de esos cuesten por lo menos 100 pesos más.

Se acercó y me dio un beso. Casi me taladra la cara, un boludo importante. No lo hubiese tomado a mal, pero su aliento era una nada sutil mezcla de choripan y birra. Pero bueh! Lo dejé pasar… Aunque eso me demostraba que muy inteligente, para ciertas cosas, no era.

Me ayudó a que me acomodara e intentó ayudarme a que me sentara poniéndome la mano donde la espalda empieza a llamarse culo y viceversa. Cuando por fin me senté pasó su mano por mi cabello de una manera tan peculiar como extraña, tocándome casi el cuello. Pensé que tampoco era tan tonto como creía.

Nos trajeron la carta y mientras mirábamos lo que nos ofrecían matábamos el tiempo hablando de cualquier cosa… el tiempo, su viaje, que le había traído por Baires. En cuanto llegó la chica, esperé a que él ordenara. Me quería morir!!! El muy pelotudo nunca había comido sushi en su vida, no tenía la más remota idea de qué pedir. Me moría de la vergüenza cuando le escuché pedir un ‘Miyoshi Sushi Cuisine’, con la pronunciación más castellana posible. La chica le dijo que ese ‘plato’ era el nombre del restaurante, el tipo del restaurante.

En definitiva, acabé pidiendo por los dos, mientras veía que la noche iba para largo y me preguntaba si aún quedaban hombres en la ciudad.

El mal rato no acabó ahí. La conversación iba bien, cuando veo que se mete los palillos a la boca y los empieza a masticar!

- ¿Estan como malos estos palitos, no?
- Lorenzo, no me jodas! Te estás comiendo tus palitos de madera!
- ¿Te gusta mi sentido del humor?
- ¿Me estás cargando?

Empecé a mirar el reloj. El techo, a los lados, sentía que la gente nos observaba y no me atrevía a mirar a nadie. Resolví pedirle a la chica que nos trajese un tenedor. De pronto, noté un olor a mierda impresionante que me entró la más terrible de las náuseas ahí mismo. Empecé a buscar por el piso segura que había algo por ahi, y le decía a Lorenzo que debíamos irnos ya mismo. El de lo más dulce me decía que me vaya a ‘refrescar al baño’, mientras el lo arreglaba con la chica.
Obvio, corrí al baño del local que tenía un aire totalmente puro comparado con la mesa en la que estábamos. Me tomo mi tiempo. Al volver estaba él conversando con la chica que estaba bastante incómoda y con la mesa olor a raid. Me empieza a contar ‘la fascinante historia de los escarabajos peloteros, y como es posible encontrarlos en Buenos Aires’… Mira vos! Justo debajo de nuestra mesa. Lorenzo insistía en que nos quedáramos, el viaje había sido largo.

Lorenzo apenas me dejó beber una copa de vino blanco. El se acabó todo el sake y lo restante de la botella de vino. Se levantó diciendo que volvería pronto, que le urgía el baño. Se iba tambaleando y yo seguía sumida en la más profunda vergüenza. No sabía si pagar e irme, pero no iba a poder volver nunca más, eso era seguro. Aparte, por lo menos eso: El iba a tener que pagar TO-DO.
Al regresar, aún tambaleante y con el botón del pantalón abierto, el chico se sienta en una mesa con una rubia que estaba acompañada de un chico con todo el aspecto de rugbier. Ante la actitud amenazante del rugbier, Lorenzo empieza a retirarse tocando los platos y las copas de su mesa, con tan mala suerte que lanza un pedazo de maki a la cara de un pibe sentado en la mesa de la derecha.
- Mira este pibe! Ta gordo! Come hasta por los ojos! Dice en voz alta molestando a los padres del nene.

El padre y el novio rugbier de la rubia se disponían a cagarlo a palos a Lorenzo. Asi que lo agarré de la camperita y me lo llevé. La suerte fue que estaba tan ebrio que con su tarjeta de crédito pagamos todo. Con la noche de mierda que me hizo pasar era lo menos que podía hacer por mi. Lo llevo hasta un hostel cerca de Congreso en el que se estaba alojando. Estaba totalmente ebrio y era como cargar un muerto. Me toco subirlo hasta su pieza. Lo acomodé como pude en su cama y le dejé una nota ‘Lorenzo, te ruego que si volves a Buenos Aires, no se te ocurra buscarme más…’

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44. Entrenando bajo mínimos (y sin mimos)

Posted by Juan K Peña on lunes, diciembre 01, 2008 in , , ,
No sé si tenga que ver con que estoy alcanzando niveles más alto de sensorialidad o de perceptividad, pero yo sabía que me iba a lesionar. Lo había soñado. Esa voz que no es la de mi conciencia, ni la de nadie que conozco, pero que a veces aparece y me dice lo que no quiero oír: ‘Estás lesionado’.


Por eso cuando escuché el chasquido de mi codo al dislocarse luego de que René me aplicase un ‘kimura’ con exceso de fuerza, no me sorprendí del todo, aunque no dejé de estirarme y enrollarme como producto del dolor. ¿Qué pasó? ¡Mi codo!

- ¡Cierra los ojos! ¡No mires! ¡Tránquilo! ¡Estira todo tu cuerpo! – Me decía mi sensei, mientras yo permanecía acostado sobre el tatami.

El se encargó de poner el codo en su puesto y debo decir que no sentí mayor dolor, aunque, sabía que había algún tipo de daño. Mi mayor preocupación se centró en dos preguntas: ¿De qué alcance es mi lesión? ¿Y si voy a estar bien para finales de diciembre cuando tenga mi examen de ascenso a cinturón verde?

No me alarmé mayormente. He sufrido lesiones de consideración a lo largo de mi vida y sé que no tiene sentido ‘comer ansias’. En estos casos es recomendable tener mucha paciencia y vivir la recuperación cada día, sin forzar.

Sin embargo, las voces de alarma se instalaron en mi casa. Mi tía, enfermera, y mi papá simplemente no creen la medicina ‘alternativa’, como ellos le llaman. Para mí, el término es algo despreciativo. La medicina oriental tiene total validez y está demostrando su efectividad. El dolor se ha reducido muchísimo y no me he perdido ninguna de las sesiones. He bajado la intensidad de los entrenamientos, porque aún me duele, pero tengo total confianza en el proceso de recuperación que he iniciado. Creo que los occidentales muchas veces mimamos demasiado nuestros cuerpos ante las primeras dificultades que encontramos. Nos imaginamos nuestros límites cercanos, y ponemos nuestras limitaciones aún más cerca. Nuestros cuerpos son sorprendentes y siguiendo el camino correcto son capaces de alcanzar el siguiente nivel. Ellos nos avisan cuando algo está mal en nuestras vidas. De hecho, es la piel la primera alerta que nuestro cuerpo enciende.

Sinceramente, no sé si me molesta tanto el codo o me molesta más la subestimación de mis conocimientos como Preparador Físico y Personal Trainer. Tengo un título de la Universidad de Córdoba que nadie me regaló. Por más cariño que haya de por medio, no es justo el desvalorar el conocimiento de la materia que uno pueda tener.

La lesión del codo no deja de ser una molestia y contratiempo. Tengo aproximadamente 20 días para perfeccionar las técnicas para el examen. Y aunque, por motivos laborales, intentaré negociar una extensión en el plazo, mi mayor duda radica en que por lo menos necesitaría un alta médica total en 13 días para llegar en óptimas condiciones a mi examen de ascenso de cinturón.

¿Es muy importante el cinturón? No y si. No, porque un cinturón no te dice que tan buen ‘peleador’ uno puede ser. Sin embargo, si dice que uno ha cumplido con un proceso de aprendizaje, con disciplina, fuerza, inteligencia dedicación, entrega, pasión y compromiso que me gustaría pensar son características que tengo.

Hay que admitir que el día que empecé a entrenar, yo mismo me puse los límites muy bajos. Pensé que con suerte dejaría de ser un cinturón blanco y que con mucha suerte, mucha entrega, y una lucha tenaz llegaría a ser cinturón verde. Estar a veinte días de esa fecha, hoy por hoy, parece irreal considerándolo desde ese punto de vista. Pero, si el cuerpo tiene límites mucho más lejanos de los que nos planteamos, peor podemos limitar nuestras mentes o espíritus. Son ellos quienes empujan toda la maquinaria.

Por ahora, lo dicho, paciencia y a vivir un día a la vez hasta ponerme totalmente bien. ¡Ojalá sea pronto! Obvio, no me quejo de entrenar bajo mínimos, pero si de tener que recuperarme sin mimos. ¿Qué le vamos a hacer? ¡No es tiempo de vacas flacas, si no que no es tiempo de nada! !Con lo bien que sienta que le hagan sana-sana a uno cuando está herido!


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