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66. Pequeñas historias, pequeñas histerias- Una de histerias masculinas - El complejo de Rey Sol

Posted by Juan K Peña on domingo, julio 26, 2009
- Voy a ir a visitarte unos meses en Rosario, a tu casa…. Así me presentas a tus amigos futbolistas, salimos con tus amigas, paseamos por la ciudad, salimos a comer… ¿No te parece genial?.- Me dijo como si su presencia fuese a iluminar a la ciudad entera.
- Jaja. NO!
- Jajaja, por qué no?.- Dijo Dennis algo nervioso.

Estaba consciente que no era la respuesta más amigable que le podía dar a Dennis a esas alturas de la situación. Pero hace cuatro mil quinientos setenta y dos pasos que él se había quedado a un centímetro de hacerme perder la poca paciencia que me quedaba. Pero, él, sumido en un estado profundo de inconsciencia y quemeimportismo por los sentimientos de terceros, seguía pensando que pasar tiempo con él es el mejor plan que los mortales podemos tener.

La demanda de trabajo había crecido mucho a inicios del 2007 en Ecuador por lo que me vi obligado a contratar gente, que cumpla las condiciones que buscamos en la empresa para la que trabajo: Que tenga un alto nivel de inglés, que sepan de fútbol y que sean capaces de asistir a los partidos de fútbol que nuestra empresa cubre siguiendo nuestros lineamientos. Así Dennis empezó a trabajar con nosotros.

Sinceramente, hubiese preferido no contratarlo. Es lo que coloquialmente se conoce como un ‘ventajero’, alguien dispuesto a que todos jueguen para él y a no jugar para nadie, una persona de siempre pedir y nunca dar, de tener y no compartir, de derrochar lo ajeno y ahorrar lo propio. En su mundo mágico, Dennis estaba seguro que él era la reencarnación de Luis XIV, talvez por lo de ‘Rey-Sol’. En un universo ‘deniscéntrico’ no había espacios para los intereses de terceros y todos debíamos rendir pleitesía a Dennis I, ‘su Incoherencia Real’ .

De cuando en cuando conversábamos, si a eso se le podía llamar conversaciones. Me ‘deleitaba’ con uno de sus monólogos consistentes en una lista interminable de quejas sobre lo injusta que era la vida y cómo la mala suerte le había impedido ser un futbolista profesional, muy a pesar de sus inmensas condiciones futbolísticas.

La historia la vi mil veces. El mundo está lleno de chicos de grandes condiciones técnicas que no pueden dedicarse al fútbol profesional, es triste, es doloroso. El del ‘Rey-Sol’ era un caso en el que convenía hacer lo que en Psicología se conoce como un ‘trabajo de duelo’. Dennis no encontraba la forma de aceptar su pérdida y se negaba a experimentar las emociones que le producía esa pérdida, que era parte de lo que necesitaba para seguir adelante.

Sin embargo, su presencia empezó a tornarse molesta conforme empezaba requerir ‘más favores’ cada vez. Si aparecía era únicamente para venderme entradas para alguna fiesta con cifras que rondaban los 50 dólares americanos la noche; o para que le hiciese alguna carta de recomendación; o peor aún, para que le haga alguna carta dirigida a su Universidad transformando ‘mágicamente’ las 15 horas de trabajo cubriendo partidos de fútbol para nosotros en una pasantía que le signifique una nota necesaria para graduarse de su carrera. No sé en que momento el consideró que su pasantía y haber charlado cinco minutos con un scout del Real Madrid, al que conoció por mera coincidencia en la cobertura de un partido del sudamericano Sub-17 (que YO cubría, no él), podían volverse una sola bajo la figura de ‘Relacionista Público’ de la empresa, con la que ni siquiera guardaba una relación de dependencia con la empresa.

Antes de venir a Argentina, él había sugerido la posibilidad de que compartamos un departamento al mejor estilo de Chandler y Joey en FRIENDS, sólo que en lugar de New York, en Buenos Aires. La verdad, no conocía ni a uno solo de sus amigos, ni me interesaba conocerlos, y tenía una duda muy grande sobre la fragilidad o profundidad que él podía tener sobre el concepto de ‘amistad’. Un ‘ja-ja’ sobre la marcha y cambio de tema a línea siguiente resolvió el asunto, momentáneamente.

Una vez que se enteró que me vine a vivir a Rosario, el panorama volvió a enturbiarse. Nuevo favor requerido (entre otros más pequeños): Quería que certifique ante un importante banco en Ecuador que él trabajaba para mí, y que ganaba ‘ochocientos dólares mensuales’ por su cargo de ‘Relacionista Público’. PEEEEERDOOOOOOOOON???? ¿Me creía boludo? ¿Creía que los encargados de otorgar crédito o de investigar a los potenciales candidatos a tarjeta de crédito son boludos? A lo mejor, lo son, pero… ¡a mí no me incluyan! ¿No quiere que le traiga un café, un flan con dulce de leche, un budín de pan, no quiere algo más, el señor? ¿No quiere que se lo envuelva todo para regalo? ¡Por favor!

Creo que cuando uno pide un favor a alguien, debe hacer todo lo posible para que le ayuden, y debe tratar bien a quién nos puede ayudar. No era el caso de Dennis. Había dejado de jugar fútbol hace unos meses y ante la posibilidad de rendir un examen en la Escuela de Entrenadores de River Plate, le había pedido a ver si me ayudaba a entrenar y hacer una puesta a punto. No tardó ni cinco minutos en hablar con uno de sus amigos negociantes y entre los dos me pidieron una cantidad desorbitada para entrenarme, una cifra que pasaba de los 500 dólares mensuales por una hora diaria de entrenamiento tres días a la semana. Obviamente, rechacé la oferta inmediatamente.

El ‘Rey-Sol’ continuó con su natural egoísmo, egocentrismo y falta de coherencia hace una semana:

- ¿Estás entrenando en Rosario? ¿En la escuela tienen prácticas?
- Si, claro. Hace unas semanas hicimos un trabajo en grupo
- ¿Ah si? Era de que me preguntes a mí, yo sé del tema.
- Bueno, no hacía falta, yo sé y mis compañeros saben aún más.-
Le dije.
- ¿Quiénes son tus compañeros?

Le mencioné el nombre de algunos de los chicos: Fede, Jorge, Iván, Diego… Nombres siempre relacionados con clubes grandes dentro y fuera del país.

- Eres un maldito suertudo. -Soltó con una especie de veneno y espuma en la boca.

Nunca antes lo escuché en ese plan, y no iba a tolerar una más. Estoy consciente que es una suerte tener a cada uno de mis compañeros y de aprender de y con ellos, pero siempre voy a insistir que yo no he venido a robarle nada a nadie, sino que vine también a aportar. Vine a dar lo mejor de mi, y entiendo que ellos también tienen suerte por eso.

- ¿ Y qué te dice que ellos no son también unos suertudos por tenerme a mí? - Le repliqué enseguida.

Cuando la materia gris es escasa supongo que la risa termina por salirse en los momentos menos oportunos. El Rey Sol se cagó de la risa de lo que le acababa de preguntar. Entendí que era hora de que el paseo gratis se acabe de una vez. Después de todo, él, no sé de donde, pensaba que iba a ser ‘asistente técnico’ de cualquier equipo que yo llegue a dirigir. (Not even in your wet dreams, pal!)

- Jajaja ¿Cómo no? ¿Por qué no? ¿Por qué no puedo visitarte en Rosario?
- Hombre… Sería un poco raro despertarme y encontrarte deambulando por casa.
- Uyy, que comentario tan gay.
- No quieres comentarios gays, no hagas preguntas gays
.

Independientemente que la respuesta no tenía nada de ‘gay’, y que cada vez se manifestaba de mejor forma su poca capacidad de leer su propio entorno, era evidente que quise ponerle anestesia a lo que le iba a decir a continuación.

- Mira.- le dije. Si vas a venir a Rosario, todo bien. Puedes quedarte en la ciudad todo el tiempo que quieras, es una ciudad de gente libre. Pero, por lo que a mi concierne, te invitaría a almorzar, un café, por ahí te muestro el Monumento a la Bandera, y mucha suerte en tu estadía. Mis amigos SON MIS AMIGOS, mis compañeros SON MIS COMPAÑEROS, mis amigas SON MIS AMIGAS. Acá tengo mi vida, mis espacios y tiempos, mis responsabilidades, y mis estudios, y no me gusta que eso se altere, ni que quede expuesto.
- ¿Por qué dices eso, che? Por lo que dices, no somos amigos.
- ¡Es que no somos amigos! – Le dije ya exasperado
- ¿Entonces que somos? - Dijo con un tono de confusión, que no me podìa creer.

Luego se quejaba que uno responde con comentarios gays y ahí estaba la pregunta incómoda del día, de un tipo que tiene un nombre que me suena a nombre de mina, y que tiene la voz finita.

- A ver, yo te he ayudado porque me has pedido ayuda. Y es lo que mi creencia me dicta. Intento darle mi ayuda a toda persona que viene a mí. Pero, afróntalo, no me conoces, no sabes lo que quiero, no sabes quien soy, ni a dónde apunto o voy, ni que me duele, ni cuando estoy bien o mal… Nos hemos limitado a las tareas del trabajo y ya. Eres un conocido del trabajo que me pide favores.
- Ok. Todo bien. Lo has dicho todo. Suerte y gracias por todo.

No sé si se despidió de esa forma o volverá a aparecer más adelante. Espero que eso haya sido todo.

Me molestó mucho la forma mediocre de afrontar la vida, de no querer aceptar el hecho que no podrá dedicarse profesionalmente al fútbol y acusarlo todo a la mala suerte. Me molestó el desperdicio que hacía de las oportunidades de capacitarse que tuvo para tener otras opciones de enfrentar la vida sin el fútbol. Me molestó su forma de ser mal agradecido y de subestimarme.

Voy a hacerle un favor. Voy a decirle el porque no triunfó, para que se deje de acusar a su falta de suerte. Obvio, no se lo voy a decir personalmente, sino que el favor tiene el precio de publicarlo aquí:

No triunfaste no por tu falta de suerte, ni porque no fueras un buen jugador, ni porque la gente te envidia. No triunfaste porque NUNCA lograste entender el juego. Nunca entendiste AL FUTBOL. Nunca entendiste que el JUGADOR DE FUTBOL DEBE SER SOLIDARIO, no es una muletilla, sino que es una verdad de la que no se puede escapar. El fùtbol es un cristal donde se refleja la sociedad, y así no se vive bien. Siempre intentaste escapar solo, hundiendo a los demás… Nunca te pusiste a pensar que la estructura alrededor del juego y dentro de él está dada para que seamos solidarios, inclusive contra quienes jugamos, porque también son compañeros de profesión y de vida.

El otro día, antes de empezar a escribir esta entrada, hablaba con Jorge, uno de mis amigos que jugó en uno de los grandes clubes de la ciudad y que practica lo que predica.

- Jorge, vos siempre decís que el futbolista tiene que ser solidario, no?
- Claro, porque el que piense en salvarse por sí mismo, terminará por desaparecer…

Y así, como si fuese una terrible profecía. El Reyezuelo fue destronado, el sol se vio rodeado de estrellas de tamaño gigantesco que opacaron la poca luz que daba. Era un sol triste que empezaba a apagarse, pero eso no era lo peor. Lo que llamaba la atención era que su ensimismamiento no le dejaba ver, ni recibir el brillo y calor de tantas estrellas cerca suyo.


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65. La verdad sobre mi última relación

Posted by Juan K Peña on jueves, julio 16, 2009 in , ,
Hay que decir las cosas como son: Suzannah me gustó por bonita, por tener un rostro lindo, y punto. Alguna vez dije que a las bonitas tiendo a perdonarles los errores no forzados. Pero no sabía que también tendía a encontrarles virtudes que no tenían. Creo que es algo perfectamente normal. Los hombres solemos pensar que una mujer físicamente bonita puede ser inteligente, interesante, divertida y psicológicamente sana, que son cuatro cualidades difíciles de encontrar en una persona hoy en día. Sea bonita o no.

Ahora bien, Zannah no era ni tonta, ni aburrida, ni amarga, ni estaba loca, pero tampoco destacaba por su brillantez, ni era tan divertida, ni tenía una conversación entretenida. Estaba psicológicamente en buenas condiciones, pero aparte de la belleza de su rostro, no es que se tenía alguna otra cualidad que en verdad yo pudiera encontrar atractiva.

De hecho, la única virtud por la que destacaba terminaba fastidiándome: Era buena con todo el mundo.

Ser bueno con todo el mundo nunca es buen negocio. La bondad en sí no es mala, lo que es malo es el ser bueno de de cara a la galería, más por el temor de quedar mal con alguien, que por convencimiento de que le nace hacer lo que está haciendo. Esto muchas veces lleva a herir susceptibilidades, a confundir afectos, a tropezarse con la boludez propia y atraer la ajena, y también a un alto grado de indefinición hacia lo que en realidad es importante para uno. Todo esto se envidenciaba en su forma de hablar cuando la palabra que más pronunciaba era ‘perdón’. Si se le ocurría escribir una canción esta pudo haberse llamado ‘Sorry seems to be the easiest word’.

No creo en las coincidencias, pero si en las señales y en este caso todo parecía señalar que debíamos estar juntos. Cumplimos años el mismo día, nos gustaban las mismas cosas, nos entendíamos bien en lo superficial, se nos veía muy en sintonía y una serie de eventos que nos ocurrían nos recordaban constantemente al uno del otro.

- Este fin de semana fui a la selva. Vi un escorpión en la pared, me acordé de vos.- Decía ella, por el signo del zodíaco.
- Vi el arcoiris y pensé en vos
- Decía yo.-
- Es curioso, mi mamá me llamaba ‘Rainbow’, cuando era chica. (Arcoiris en inglés).

No fueron ni tres, ni cuatro, sino una larga lista de eventos inexplicables que inevitablemente nos tenían pensando el uno en el otro la mayor parte del tiempo. Sólo que ninguno de los dos terminaba de verla clara. Ella era demasiado simple para mí. Yo era demasiado complejo para ella. Complejo, no complicado. No es lo mismo. Simple, no fácil, tampoco es lo mismo.

La química empezaba a aparecer a base de estas extrañas eventualidades que nos acercaban y a la diferencia de edades que provocaba una sensación de seguridad en ella y un toque de energía en mí.

Salimos algunas veces antes de decidirnos por mantener una relación, prácticamente a escondidas, porque sentimos que había una incómoda presión por parte de terceros. Se vinieron demasiadas preguntas, demasiadas averiguaciones, demasiados ‘yo-opinos’ y ‘yo-creos’ que hacían pensar que estuviésemos hablando de Cristiano Ronaldo saliendo con Elsa Pataki. ¡Y no! ¡No era así! Se trataba de dos personas que nos gustaba mantener un perfil más bien bajo. Su timidez congeniaba bien con mi hermetismo. Pero ella empezó a sentir una presión inusual cuando empezaron las preguntas: ¿Te gusta Juanka? ¿Cómo pasaron la otra noche? ¿Qué hicieron? ¿Qué comieron? ¿Qué te dijo? ¿A dónde fueron? ¿Te gusta Susanne? Nunca antes quisieron saber nada de mi vida, y ahora querían saberlo todo… No lograron aprenderse su nombre, pero querían saber si yo le gustaba y cuánto… ¿Es mi impresión, o algo raro estaba pasando? El secretismo que usamos para proteger una relación que nación débil, prematura e insípida se había vuelto en nuestra contra activando la curiosidad y el morbo de nuestro entorno.

Suzannah puede ser definida como una ‘chica- helado’, era tan dulce como fría. Y yo, que me rehusaba a pensar en ella como una persona fría me dedique a generar calor a base de cortocircuitos en su forma de pensar y de sentir para que empezase a dejarse llevar por la necesidad de calidez que ella sentía dentro de su alma. Ella cambió para bien, entendió que las cosas podían ser diferentes para bien, que podían ser mucho mejor de lo que ella estaba acostumbrada.

Sin embargo, esa maldita manía de ser buena con todo el mundo, esa molesta forma de aceptar cualquier plan sin importar de quien venga y de decir sí cuando quería decir no podía ser una combinación explosiva con mi poca paciencia ante la molesta intervención de terceros.

Seamos más claros: Yo me comí el amague y caí en la trampa. Arruiné lo que yo mismo había planificado como una noche mágica para su despedida. La arruiné mal, porque soy consciente que pude haberla arruinado bien, pero eso es otra historia, que algún día contaré.

Vale la pena reconocer mis errores. Fue la última vez que mis impulsos me perdieron. Soy mucho más equilibrado ahora. Me sentí obligado a actuar así porque con ella siempre sentía que tenía el tiempo en contra. Aparte de que su estadía en el país era temporaria, también tenía el defecto de mirar el reloj cada cinco minutos, algo que no se debe hacer si uno está pasándolo bien.

Desperdicié mucha energía y gasté demasiado tiempo. Me duele más por el tiempo, porque no vuelve más.
También reconozco que dí demasiado. ¿Cuándo todo lo que uno da es demasiado? Cuando la otra parte da mucho menos de lo que puede, cuando no quiere dar, cuando no sabe como hacerlo… Aquí solo tengo un justificativo. No sé otra forma de hacer las cosas.
Fui en exceso paciente. La paciencia se vuelve excesiva cuando cae en la permisividad.
Perdí serenidad ante la presión de los tan mentados terceros. Insisto, era más joven y más impulsivo, La presión me fastidiaba.
No es buena idea apostarle a quimeras. Esta vez se me ocurrió hacerlo y perdí.

Algunas personas dijeron que yo estaba muy enamorado. Falso. No estaba ni muy, ni enamorado. Algunas personas dijeron que yo era un tipo impulsivo. Falso. Solo que no soy boludo. Algunas personas dijeron que había perdido a la mujer de mi vida. Falso. Todavía no nos encontramos con ella. Algunas personas dijeron que ella se olvidaría de mi pronto. Falso. Aún le toma tiempo. Aún siente esa corriente eléctrica en su cuerpo cada vez que se acuerda de mí. Algunas personas dijeron que ella no valía. Falso. Valía más que aquellas personas. Algunas personas quisieron darle una importancia épica. Falso. Suzannah estaba muy lejos de ser Helena de Troya. Y definitivamente, yo soy Odiseo, no Menelao.
Algunas personas se equivocan constantemente.

Esta es la verdad sobre ‘mi última relación’. Sé que no es precisamente una carta de presentación. Me sirve para saber lo que no quiero que se repita.

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