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1. Comenzar de Cero

Posted by Juan K Peña on miércoles, febrero 14, 2007

¿Hay un buen momento para volver a empezar? ¿Cuándo es el tiempo de decir borrón y cuenta nueva?... ¿Hay un mal momento para volver a empezar? ¿Es mejor quién no tiene que volver a empezar? ¿Es mejor aferrarse al mundo que conocemos, dominamos y destruimos o luchar por el mundo que en verdad queremos, que podemos crear y que es tan intenso que puede dominarnos, que nos puede destruir?

Empezar de cero, con el disco duro nuevo… Sí, borrón y cuenta nueva, para que todo el universo pueda buena y dócilmente irse a la mierda, no dejar marca, no dejar huella… ¿Cuánta energía necesito para oponerme a todas las fuerzas que no quieren que ‘resetee’ todo…? ¿Quién se atreve a interponerse entre mi actitud de ‘hoyo negro’, afectando todo lo que he hecho, todo lo que he creado, todo lo que he modificado? Solamente quiero lanzar una bomba de hidrógeno que no deje títere con cabeza… Nada, pero Juan K…Comenzar de cero, inventarme un nombre, inventarme una identidad, cambiar mi cédula, volver a nacer, sin cargas del pasado….

Soy radical, lo se. Pero también perfeccionista. Esa es una misma avenida con dos vías, pero ambas llevan al sufrimiento inequívocamente. ¿Acaso una hoja de papel totalmente blanca no es una estructura hermosa, tanto como una hoja que reúne un texto bello con palabras exactas, la puntuación cayendo donde debe, lo que debe ser dicho, dicho, y lo que debe ser callado, dejado a la imaginación…

Si, los dos caminos conllevan dolor. ¿Quién dijo miedo? El dolor es el precio que me gusta pagar por las cosas que quiero. La vida no es un camino fácil. No es una hoja en blanco y menos un texto perfecto, pero a veces es necesario hacer un ‘reseteo’. Dejar la máquina como nueva… A veces no es necesario, pero es posible... ¿Qué hay con los recuerdos? ¿Buenos y malos, quiero borrarlos también? Se puede resetear la máquina, pero no retroceder el tiempo. Hay archivos que no se pueden borrar, que no se deben borrar… Archivos que descubro que no quiero borrar.

Empezar de nuevo,sin destino y sin tener
un camino cierto que, me enseñe a no perder la fe
y escapar de este dolor
sin pensar en lo que fue
¿cuánto aguanta un corazón sin el latido de creer?[1]

No es morir. Es empezar, nada más. ¿Mismo ‘hardware’, más ‘software? Si, supongo que eso no lo ofrecen en Extreme Make Over… Hay cosas que no se pueden borrar, que no se deben borrar: Mis padres y mis hermanos, mi labrador Tony y su muerte envenenado, la primera pelota que tuve, la visita al zoológico, estar enfermo, el gol de Diego Maradona a Inglaterra en el ‘86[2], aprender a montar bicicleta; El sabor de la pepa del café tostado, la leucemia de mi hermano, el chocolate caliente que mi abuela hacía para mí, el olor a vainilla en la vela de noche de mi tía, el beso de colibrí que di, el beso que como tigre robé, el primer rechazo y la primera novia, todas las vergüenzas, toda la televisión que vi, la mezcla del sabor de ron con hierba y tierra en una borrachera en un jardín….; Mis victorias, solo las mejores, mis derrotas, solo las más dolorosas… dudar la existencia de Dios y tener la seguridad de que alguien observa mis miserias y minimiza mis grandezas…; las cartas de Carla, tanta música y tanta poesía, el abrazo de Paula y su cabello cayendo sobre mis manos al final del abrazo, mi ciudad vista desde arriba, desde adentro, desde fuera, desde abajo y desde la soledad….desde una soledad que premia con sabiduría y castiga con frialdad… Samantha y sus dulces palabras en un idioma que no conocía… mi primer trabajo y mi primera renuncia, mis miedos, los desplantes de la Chiqui, todos los dolores físicos, los odios, esos buenos odios que me hacen más noble…[3]; Todas las traiciones, los amigos que se perdieron, los que perdí y los que deje que se perdieran; hacer el amor con ángeles, diosas y diablas; los golpes más dolorosos, esos que le hacen pensar a uno que es mejor morirse y el sanador beso de Zannah... Todo circulando a una velocidad impresionante en mi alma, elementos chocando entre si, mezclándose y volviendo a separarse.

A los veintiocho años me pareció un buen momento para hacer un ‘reseteo’ de máquina. Me decidí a comenzar de cero, todo, otra vez como si hubiese vuelto a nacer, como si los años vividos en la Universidad, el estudio, el dinero invertido, las noches de no dormir por estudiar y de dormirme por estudiar no contasen…., como si mi trabajo en tres estudios jurídicos fuesen unas horas de sueño…

En lo bello, en la verdad de la esperanza de esta sed de amar,
en los sentimientos que se quedan sueños que perduran
y busqué y subí y fui preso entre las alas del amor
sin distancia y sin recuerdos en las arenas de esta soledad[4]

Soy una mente que brilla con intermitencia. Un corazón que se tambalea entre el niño bueno y el gangster malo, con un sutil toque de 'psycho killer'. Soy un alma anciana cargada de energía blanquinegra, más blanca que negra, pero a veces intensa y adorablemente negra. Soy un soñador y un ‘laburante’… Y si, una permanente lucha de contrarios. Mis inconsistencias y mis constancias, mi superficialidad y mi profundidad, mis banalidades y mi espiritualidad, mi crueldad y mi dulzura, mi egoísmo y mi generosidad, mi independencia y mi necesidad por escuchar una voz que me hable de vuelta.

Soy un ‘personal trainer’… Un agente deportivo de apuestas… Soy un escritor que perdió todo lo escrito y que casi no ha escrito nada. ¡Excelente! ¡Muchas páginas en blanco para mí! Soy un fénix rompiendo el cascarón, aún caliente y sabor a ceniza. Soy mi mayor orgullo, hasta el momento que mis hijos, que aún no tengo, ocupen ese lugar. Soy mi mayor preocupación, mi mejor rival, mi más grande apuesta y el único capaz de decidir si este es el universo en que quiero estar.


[1] Arenas de Soledad, Habana Blues.
[2] En realidad los dos goles. La mano de Dios y el gol histórico.
[3] Mario Benedetti.
[4] Arenas de Soledad, Habana Blues

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