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Interludio - Carta de Despedida al Abuelo Gabriel (De su nieto Sebastián)

Posted by Juan K Peña on miércoles, marzo 19, 2008
No me sobran los amigos. Nunca he tenido muchos, por el contrario han sido pocos. Pero entiendo perfectamente el significado de la palabra amistad y la dignifico. Si tuviera muchos amigos, no cambiaría esta frase: 'No me sobran los amigos'... Sebastián (El Negro o Aquiles) es, sin duda, uno de mis amigos más cercanos. Le he pedido permiso, y por favor, para compartir esta carta dedicada a su abuelo. Es mi forma de cargar un poco con el dolor que él siente... Es una pequeña forma de decirle a mi amigo que lo quiero...

Abuelo querido:

Te escribo desde lejos, quizá un poco más lejos que los último años. Ahora eres tu quien ha decidido salir de viaje. Sé que te gustaba mucho esta tierra, sé que te gustaba mirarla...
Imagino ahora todos tus zapatos gastados. ¡Cuántos zapatos gastaste abuelo!.. Pero es que has decidido irte un poco más lejos esta vez. A mi me duele, porque se que debo también gastar muchos zapatos antes de verte nuevamente. Espero tener la suerte de poder usar tantos pares como tú y pisar la tierra con la misma firmeza y humor con que tu lo hiciste.

Ahora que te siento y que te pienso profundamente, recuerdo tus aromas y la manera que envolvías tu pañuelo blanco con rayitas marrones, es que te gustaban mucho los marrones. Sería la manera de siempre recordar la tierra, supongo. Pienso en la cantidad de ligas que se encontraban en tu vida. ¡A todo le ponías una liga! Tu reloj ajustado con una liga..., tus documentos asegurados con una liga..., la bolsita del paraguas con una liga..., tu escritorio repleto de ligas rosas y beige. Así te pasaste la vida ligando, jugando con esos elásticos que ayudaban a sostener tus pequeños tesoros y que podías estirar y compartir con todos... Conmigo.


Ahora te siento y te escucho, y vuelven a mí las poesías de Quevedo que saboreabas con picardía, los dichos con juegos de palabras... "yo loco-loco y usted loquita".... Recuerdo tantas cosas: Los juguetes, los trucos de magias que comprabas en la calle a algún personaje del Quito colonial que te abrazo y abrazaste en cada recoveco, tus chaquetas llenas de bolsillo que eran capaces de esconder hasta un elefante blanco, tus cinturones de puro cuero en el que se sostenía una navaja y una cadenita conectada a un estuche lleno de llaves. A veces yo las miraba y me imaginaba las cantidad de puertas que tuviste que abrir en tu vida. Espero que hayas notado que es justamente lo que hiciste con la mía. Me enseñaste que la vida esta llena de puertas y que siempre hay una invitación para ir abriéndolas. Así, yo también cargaré un día muchas llaves que me recordarán las puertas que abrí en la vida y también las que decidí cerrar. Quizá hoy se cerró una muy bella, una que valió la pena haber abierto.

Abuelo amado, hoy lloré como cuando era tu niño, com el nieto que siempre seré y te imagine también como un niño. Recordé incluso tus travesuras de adulto, tu amabilidad y trato cordial, tu cercanía con la gente y el mundo, recordé poder darte un beso en tu rostro perfectamente afeitado, tu tacto suave, tus ganas de verlo todo, incluso en los momentos en donde el horizonte solo lo alcanzabas desde ese sillón de gerente color azul del que poco a poco tu cuerpo se fue haciendo parte.

Nos llenaste de imágenes, de amor, de detalles que no todos comprendieron. Tu tenías una capacidad única de encontrar la belleza una y otra vez en el mismo nevado, en las mismas calles. Y es que tu entendías los cambios, entendías las horas de las luces y las sombras. Sabías que nada en la vida se repite, que todo muta y se transforma. Admiré tu persistencia y rirgurosidad en tu trabajo, en tu pasión, en ese gran amor que siempre tuviste: La fotografía fue esa danza de afectos con la que no paraste nunca de bailar, y todos fuimos invitados a tu fiesta, mi pasado fue atrapado por el click de tu ojo.


Y así, un día, yo también me mire niño, y mire niño a mis padres, y a mis hermanos, y a las casa en las que estuvimos, y a las plazas que ya no existen Así, un día, supe que tuve y que tengo un pasado. Abuelo, tu te encargaste de llenarnos de historia, prudentemente advertiste que el ser humano sólo esta solo cuando no tiene memoria, y te aseguraste que no nos quedemos solos nunca más. Es la forma que inventaste para quedarte entre nosotros. Nos recordaste que sonreímos muchas veces, que somos muchos y que estamos juntos, que jugamos y nos divertimos. Siempre nos devolviste la imagen de la familia... "¡A ver! una foto, ¡A ver...hijita! ¡Acércate más a tu primo, que no vas a salir!".

'Abuelito Gabicho, Gabriel, Papa, hermano, tío, sobrino, amado, amigo, maestro, compañero, artista, humano'. ¡Cuantos apelativos y honores fuiste sumando en tu vida! No dudo que todos los transitaste con reciproca medida. En ti mire la equidad, la generosidad oportuna, la disciplina moderada, también el espacio para disfrutar lo simple y el detalle... ¿Lo recuerdas, no? Un trapecista en dos palitos de madera haciendo piruetas sobre una cuerda... Una sopa hecha con amor... Una visita sincera... Un favor... El aire de todos los días... El reconocimiento de tu trabajo... Tu vida.

Sé que te has ido lejos, pero también se que nunca más te volverás a ir. Sé que sin estar estás más cerca que nunca, se que de mí y de todos depende mantener tu sonrisa despierta, tu avidez pueril, tu caminata veloz y ligera, tu atención al mundo, a la naturaleza y al hombre.

Hoy supe que tenía que escribirte, y mientras te pensaba solo pude pensar en lo hermosa que es la vida... Pensaba en tu ingenio para atrapar la esencia de esa vida, en tus rituales y métodos cotidianos para convertir cada noche en una alquimia ganadora.

Antes de despedirme, y de montarme nuevamente a ese triciclo que me regalaste en una Navidad, antes de seguir pedaleando en mi propia vida para así avanzar a la tuya, te quiero agradecer con la humildad que tu agradeciste los últimos gestos, las últimas miradas, las últimas presencias que abrazaste con fuerza. Te quiero agradecer por todo abuelo amado, gracias por haber querido ser parte de mi, porque por vos también soy quien ahora existe.

Besos y abrazos, tu nieto que te ama,

Sebastián

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23. Los ojos de mi amor lo hacen fácil.

Posted by Juan K Peña on jueves, marzo 06, 2008
Suelo despertarme tarde para el resto del mundo. No hay un despertador, pero el teléfono celular siempre marca las ocho y veintitrés de la mañana. Generalmente, me quedo diez minutos más con los ojos cerrados, fingiendo que duermo. Un día más está por empezar. Pienso en ella… No sé su nombre... pero tiene unos ojos divinos. Me quedan cinco minutos más… El perro del vecino se queja. Un maricón faldero que no deja de ladrar porque nadie le hace caso. Estoy despierto, pero lo odio porque me saca de mi paz. Sonrío porque sé que abajo, mi perro, Kobe, me espera para que desayunemos juntos. El no ha ladrado, ni ha llorado, confía en mí. Sabe que estoy despierto, sabe que bajaré en dos minutos más, que lo abrazaré y le daré de comer. Vuelvo a pensar en aquellos ojos que aún no he sentido sobre los míos… Mi cuerpo se siente pesado, lento, aún dormido… Salto en un solo movimiento de la cama, como si me hubiese caído agua helada. Es la mejor forma de despertarse.

No estoy feliz hoy. El salto no ha sido suficientemente bueno. Algo me ocurre. Hay preguntas que no cualquiera se hace que están en mi mente desde hace algunos días. Sé que él solo hecho de planteármelas viene a significar una sensación de vulnerabilidad, sensibilidad y agresividad… Sin embargo, no tengo miedo a mi lado oscuro. Quiero enfrentarlo… y vencerlo.

¿Qué me pongo hoy? El pantalón Adidas y la remera para ir al gimnasio ya van bastante bien. La ducha se calienta lentamente, pero como hice con la cama doy un salto hacia adentro. Es la mejor forma de quitarse el frío.

No estoy feliz hoy. El salto no ha sido lo suficientemente bueno. Algo me ocurre. Hay preguntas que no cualquiera se hace que están en mi mente, y yo empiezo a acercarme a las respuestas.

Bañarse debe ser uno de los mejores momentos del día. Suelo hacerlo dos veces por día, una para despertarme… y otra para volverme a despertar. Tengo la buena costumbre de dormir cuarenta minutos por las tardes. Mi cuerpo se ha endurecido mucho. Estoy orgulloso de eso. Me gusta fingir que soy una especie de estatua de Miguel Angel y tomar diferentes posturas en la ducha.

Me lavo los dientes frente al espejo en el baño. Subo la cabeza y miro al frente, me encuentro con los ojos de un tipo que creía conocer, pero que hoy no conozco. Un fascinante extraño que tiene dentro de su boca un cepillo de dientes. Es un tipo joven, pero tiene un par de arrugas en la frente. Líneas de expresión, le dicen. Si, no es viejo, pero noto que frunce su ceño con frecuencia.

Es claro, frunce su ceño a menudo. Su vida no ha sido fácil. El mueve las cejas diciéndome hola. Lo miro y le pregunto:

- ‘¿Cómo andamos hoy?’
- ‘Bien… Creo…’
– Contesta, tratando de evitar la conversación. Me pone cara de malo y me dice: ‘Respondeme algo: ¿Cómo puedes estar tan tranquilo con todos esos días que has perdido, todos esas lágrimas que por vos se han derramado, con todos esos besos dados sin haber amado… como puedes continuar cuando la vida duele tanto?’

El lo sabe. Tiene mi atención. Me dice que el dolor se ha vuelto cotidiano, casi como respirar. Duda de que la vida tenga algún valor.

- ‘¿Cuándo esperas recibir tu recompensa por todo lo que estás pasando? ¿Qué es lo que el mundo, tus tan llamados amigos han hecho por ti?’…

Lo miro sin mirarlo. Lo ignoro un poco y él parece molestarse. Me miro la barba. Me paso la mano por el mentón a ver si vale la pena afeitarme o no.

- ‘Tu siempre te quedaste en ese lado del espejo. De este lado soy yo el que he tenido que enfrentarme a mi mundo, solo. ¿Sabes cuantas veces me han clavado una puñalada en el alma?’- le contesto finalmente.
- ‘¿Cómo haces para seguir adelante?’

Bajo la mirada. Me decepciona que mi ‘yo en el espejo’ no sea capaz de entenderme. No debería preocuparme a estas alturas, poca gente es capaz de entenderme. Lo dejo hablando solo, quejándose, llamándome en vano.

Me dirijo a mi habitación. Me recuesto sobre la cama. Y pienso nuevamente en los ojos de mis sueños… Esos ojos que sin haber visto aún los míos son una promesa de un amor puro, intenso, incondicional y total… Esos ojos que pertenecen a una de las dos mujeres que más amaré algún día...

Regreso al espejo. Él está ahí y me dice:

- ‘Dime ¿Cómo haces para soportar y seguir adelante?’

Vuelvo a pensar en los ojos de mi hija y digo:

- ‘Fácil

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22. Adios a los Príncipes Azules

Posted by Juan K Peña on domingo, marzo 02, 2008
‘Toda mujer busca su príncipe azul’. Deben ser más de cien las veces que he visto, leído, escuchado y hasta he olido esa frase que no deja de parecerme una vulgar generalización. En definitiva, una mentira.

Primero, no toda mujer ‘busca’… Algunas encuentran sin buscar. Segundo, no todas se centran en un ‘príncipe azul’… Hay otras que no creen en la existencia de estos especímenes y otras que aunque saben que existen, no creen ellos. Para mí, estas últimas son las más interesantes, las que más han crecido; las que se dedican a vivir, a aprender, a sonreír, aunque sea después de llorar. Ellas son, precisamente, las que terminan encontrando hombres de verdad.

Recuerdo que alguna vez, cuando tenía cinco años, me forzaron a actuar de ‘Príncipe Azul’, y bailar con ‘Cenicienta’. No hubiese aceptado, a no ser porque me dejaron portar un arco y flechas de verdad. Desde pequeño ya tenía una ligera sospecha sobre el equivocado concepto que se escondía detrás del famoso Príncipe Azul.

Este personaje siempre acude al rescate de la ‘damisela en apuros’ y generalmente debe ingeniárselas para salvarla de algún maleficio o de cualquier problema en que ella se mete. La imagen de la dama en apuros es repetitiva en estos casos.

Si bien a la mayoría de hombres nos encanta jugar a que resolvemos problemas y sentirnos héroes, ¿Por qué yo habría de buscar alguien que tienda a meterse en problemas, que no sea capaz de resolverlos sola y sea yo quien tenga que apechugar con todo? Tampoco es fácil encontrar mujeres felices, de calidad y emocionalmente saludables.

Coraje, pureza, justicia, fuerza física y espiritual, inteligencia y pasión son las características que más se destacan. ¿Son esas características suficientes en un hombre de verdad? La historia del Príncipe siempre es la misma: La chica es rescatada de un estado de infelicidad, generalmente un maleficio, una bruja, un dragón, se enamoran a primera vista, y enseguida viene la boda como final feliz. ¿Alguien podría explicar que la boda es un nuevo inicio y nunca un final?

‘Lindos’ al punto de la metrosexualidad, románticos al punto del empalagamiento, los príncipes azules aparecieron por primeras veces en el siglo XVIII. En inglés como ‘The King Charming’, en francés como ‘Le roi Charmant’, ninguno príncipe, ambos reyes, pero empezaban a tomar las características antes mencionadas que para tres siglos atrás podrían haber estado muy bien, pero ¿en pleno siglo XXI?

¿Por qué Príncipe Azul? Este término según el profesor de Literatura, Severino Callejas, viene de un cuento titulado ‘El Príncipe Azul de la Lágrima’. Se supone que la realeza en sí era de ‘sangre azul’…. El ser de sangre azul, lo que significa no es otra cosa que tener la piel demasiado blanca, que te de poco el sol y palidezcas de tal forma que tus venas se vean azules. O tal vez se deba a la endogamia, -casarse o tener relaciones con mujeres de la misma familia-, lo que provoca enfermedades caridovasculares, y que la sangre tenga un color menos intenso. Es decir, que encima de todo, eran azules por enfermos o por ser hijos de primos que se casaron.

En ‘El Retrato de Dorian Gray’, el autor se refiere por primera vez, -con gran acierto y justicia- irónicamente al Príncipe Encantador, cuando Sybil, una actriz enamorada de Dorian habla de él como ‘My Prince Charming’. Dorian le cuenta a Harry que Sybil lo llamaba así, cuando éste le hace un comentario en son de burla, Dorian aclara:

‘ -No la comprende usted, Harry. Ella me miraba únicamente como un personaje de teatro. No sabe nada de la vida.’
( El Retrato de Dorian Gray, Oscar Wilde, 1890).


Creo que esto es clave. Ella espera de Dorian un ‘príncipe azul’. El, un tipo extremadamente lindo, sabe que ella idealiza demasiado… porque él está consciente, más que nadie, de todas las miserias humanas que pueden esconderse detrás de su porte y belleza.

Otras variaciones del mito del Príncipe Azul incluyen, el que la chica tenga que besar un sapo que se transformará en aquel Príncipe. ¿Una poco sutil metáfora de que el enamoramiento hace desaparecer la parte fea de los hombres, por conveniencia y mientras dura el ‘encanto’? ¿No hay una película que se llama ‘Cansada de Besar Sapos’? Culpa de los padres que no le dijeron que lo del metrosexualito del Príncipe Azul era una patraña.

Es así como llegamos a Shrek, -con todas sus partes-, que son sátiras de la figura del Príncipe Azul, en donde los atributos metrosexuales del personaje, Encantador, son exagerados a más no poder.

He encontrado en ‘Fable’ la sátira perfecta en la que el Príncipe Azul pasa de un matrimonio a otro con Blancanieves, Cenicienta y la Bella Durmiente….

‘Nunca fui muy bueno en la parte de feliz para siempre… Fui criado para ser encantador, no para ser honesto…’. Dice el infeliz ‘Principito’.


Hoy en día, la figura de del ‘Príncipe Azul’, va desde el empresario o joven ejecutivo, con cabello engominado, traje oscuro y corbata al abogado, al doctor, al arquitecto o publicista.... Este príncipe azul urbano, que varía su edad entre los 25 y 30 años, parece tenerlo todo en la vida. Muy lindo departamento, muy lindo auto, muy linda ropa, lindas amigas, linda novia... hasta linda la otra.… Ser un ‘príncipe azul’, no se trata solamente de tener sino también de ser:

Insisto: Coraje, pureza, justicia, fuerza física y espiritual, inteligencia y pasión son las características que más se destacan. ¿Son esas características suficientes en un hombre de verdad? Sinceramente, creo que no. De hecho, me encantaría que mis hijos tengan todas estas características desde niños. Pero, seguirían siendo niños...

No voy a negar que más chico también me incliné a seguir ese modelo. Talvez por eso me gusta tanto la película de Heath Ledger, ‘A knight’s tale’ (Corazón de Caballero, 2001). Me siento identificado con la idea de que solo se llega a ser lo que uno quiere ser, cuando dejamos de aparentar lo que no somos… Creo que eso si diferencia a un hombre de verdad de un príncipe azul.

Hoy, estoy mucho menos príncipe pero mucho más hombre. Hoy estoy mucho menos azul y más morocho que antes. Hoy estoy mucho más lejos de modelos y parámetros ajenos, más sujeto a mi propia medida. Más feliz

Al fin, yo fui criado para ser más honesto que encantador… Sin llegar a ser aún el hombre que quiero llegar a ser, -que puedo llegar a ser-, estoy lejos, muy lejos del príncipe azul. Y me siento a gusto, muy a gusto.

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