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23. Los ojos de mi amor lo hacen fácil.

Posted by Juan K Peña on jueves, marzo 06, 2008
Suelo despertarme tarde para el resto del mundo. No hay un despertador, pero el teléfono celular siempre marca las ocho y veintitrés de la mañana. Generalmente, me quedo diez minutos más con los ojos cerrados, fingiendo que duermo. Un día más está por empezar. Pienso en ella… No sé su nombre... pero tiene unos ojos divinos. Me quedan cinco minutos más… El perro del vecino se queja. Un maricón faldero que no deja de ladrar porque nadie le hace caso. Estoy despierto, pero lo odio porque me saca de mi paz. Sonrío porque sé que abajo, mi perro, Kobe, me espera para que desayunemos juntos. El no ha ladrado, ni ha llorado, confía en mí. Sabe que estoy despierto, sabe que bajaré en dos minutos más, que lo abrazaré y le daré de comer. Vuelvo a pensar en aquellos ojos que aún no he sentido sobre los míos… Mi cuerpo se siente pesado, lento, aún dormido… Salto en un solo movimiento de la cama, como si me hubiese caído agua helada. Es la mejor forma de despertarse.

No estoy feliz hoy. El salto no ha sido suficientemente bueno. Algo me ocurre. Hay preguntas que no cualquiera se hace que están en mi mente desde hace algunos días. Sé que él solo hecho de planteármelas viene a significar una sensación de vulnerabilidad, sensibilidad y agresividad… Sin embargo, no tengo miedo a mi lado oscuro. Quiero enfrentarlo… y vencerlo.

¿Qué me pongo hoy? El pantalón Adidas y la remera para ir al gimnasio ya van bastante bien. La ducha se calienta lentamente, pero como hice con la cama doy un salto hacia adentro. Es la mejor forma de quitarse el frío.

No estoy feliz hoy. El salto no ha sido lo suficientemente bueno. Algo me ocurre. Hay preguntas que no cualquiera se hace que están en mi mente, y yo empiezo a acercarme a las respuestas.

Bañarse debe ser uno de los mejores momentos del día. Suelo hacerlo dos veces por día, una para despertarme… y otra para volverme a despertar. Tengo la buena costumbre de dormir cuarenta minutos por las tardes. Mi cuerpo se ha endurecido mucho. Estoy orgulloso de eso. Me gusta fingir que soy una especie de estatua de Miguel Angel y tomar diferentes posturas en la ducha.

Me lavo los dientes frente al espejo en el baño. Subo la cabeza y miro al frente, me encuentro con los ojos de un tipo que creía conocer, pero que hoy no conozco. Un fascinante extraño que tiene dentro de su boca un cepillo de dientes. Es un tipo joven, pero tiene un par de arrugas en la frente. Líneas de expresión, le dicen. Si, no es viejo, pero noto que frunce su ceño con frecuencia.

Es claro, frunce su ceño a menudo. Su vida no ha sido fácil. El mueve las cejas diciéndome hola. Lo miro y le pregunto:

- ‘¿Cómo andamos hoy?’
- ‘Bien… Creo…’
– Contesta, tratando de evitar la conversación. Me pone cara de malo y me dice: ‘Respondeme algo: ¿Cómo puedes estar tan tranquilo con todos esos días que has perdido, todos esas lágrimas que por vos se han derramado, con todos esos besos dados sin haber amado… como puedes continuar cuando la vida duele tanto?’

El lo sabe. Tiene mi atención. Me dice que el dolor se ha vuelto cotidiano, casi como respirar. Duda de que la vida tenga algún valor.

- ‘¿Cuándo esperas recibir tu recompensa por todo lo que estás pasando? ¿Qué es lo que el mundo, tus tan llamados amigos han hecho por ti?’…

Lo miro sin mirarlo. Lo ignoro un poco y él parece molestarse. Me miro la barba. Me paso la mano por el mentón a ver si vale la pena afeitarme o no.

- ‘Tu siempre te quedaste en ese lado del espejo. De este lado soy yo el que he tenido que enfrentarme a mi mundo, solo. ¿Sabes cuantas veces me han clavado una puñalada en el alma?’- le contesto finalmente.
- ‘¿Cómo haces para seguir adelante?’

Bajo la mirada. Me decepciona que mi ‘yo en el espejo’ no sea capaz de entenderme. No debería preocuparme a estas alturas, poca gente es capaz de entenderme. Lo dejo hablando solo, quejándose, llamándome en vano.

Me dirijo a mi habitación. Me recuesto sobre la cama. Y pienso nuevamente en los ojos de mis sueños… Esos ojos que sin haber visto aún los míos son una promesa de un amor puro, intenso, incondicional y total… Esos ojos que pertenecen a una de las dos mujeres que más amaré algún día...

Regreso al espejo. Él está ahí y me dice:

- ‘Dime ¿Cómo haces para soportar y seguir adelante?’

Vuelvo a pensar en los ojos de mi hija y digo:

- ‘Fácil

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Qué tenaz!!!! Este me dejó con la lágrima a punto... con la garganta hecho nudo, y con unas ganas de darte un abrazo y decirte lo valiente que eres que solo puedo hacerlo a través de la red.

TK, U know it...

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