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69. Adiós Nonino - Feat. Astor Piazzolla

Posted by Juan K Peña on miércoles, septiembre 23, 2009 in , , , , ,
Mi adiós, a tu amor,… tu vino.
¿Quién..? Sin piedad, me robó la mitad,
al llevarte "Nonino"...
Y hoy mi viejo "Nonino" es una planta,
es la luz, es el viento y es el río...
Este torrente mío lo suplanta,
prolongando en mi ser, su desafío.
Me sucedo en su sangre, lo adivino.
Y presiento en mi voz, su propio eco.
Esta voz que una vez, me sonó a hueco
cuando le dije adiós Adiós "Nonino".

Adiós Nonino (violin) - Astor Piazzola


*Adios Nonino - Astor Piazzolla


‘Adiós Nonino’ es el título del tango, obra maestra, del genial Ástor Piazzolla. El genial músico lo escribió hace sesenta años, en octubre de 1959 a raíz de la muerte de su padre, tan solo unos días antes. Mi abuelo, Papahumbi, muere casi sesenta años después que el padre de Piazzolla. Fue una muerte trágica, violenta, e inesperada. Un accidente de tránsito que terminó siendo fatal. Es cierto, los héroes tarde o temprano terminan muriendo porque no pueden escapar al destino, pero su historia sobrevive… Piazzolla declaró en su momento que esta fue su mejor creación. Mi ‘Nonino’, el héroe de nuestra infancia amaba el tango y se fue sin que le pueda decir adiós… Aquí comparto la carta que le envié el día de su entierro y que pretende recordar parte de su historia.

Mi Querido Papa-Humbi

Han pasado seis meses desde la última vez que nos vimos y más tiempo pasará hasta que nos volvamos a ver. De momento, esto me suena a dos eternidades porque el paso del tiempo solo se hace más lento por el cariño que nos tenemos. Lamento no estar cerca de tu cuerpo, pero siento que estamos cercanos. Siempre lo estuvimos y la distancia nunca importó. Se trata de un mero asunto temporal, nunca espacial. No será diferente esta vez. En Buenos Aires, mis hermanos y yo estamos en este momento reunidos en tu nombre.

Hace una semana ya te extrañaba, y sinceramente, no será menos ahora, ni nunca. Al decirlo, he de confesar que me duele un poco el alma. No mucho, porque, inevitablemente, pensarte es recordarte, recordarte es revivirte y revivirte es vivir y volver a vivir las cosas que compartimos, que me contaste y que sé de ti, revivirte es sonreír… Recordarte es volver a sentir tu palma abierta en mi cabeza cuando niño, tu presencia gallarda esperando nuestra salida de la escuela, tu manera tan niña de disfrutar un helado de guanábana y mora con su respectiva quesadilla, el olor de tu colonia, o la textura del traje negro que usabas con aquella corbata roja en ocasiones especiales. Recordarte es entender que la vida está compuesta de pequeñas conquistas que suman un gran triunfo, esas conquistas en las que la familia y los amigos, tus buenos amigos, son protagonistas estelares. Recordarte es entender una película llena de historias diminutas que van de Cotacahi a Quito, ida y vuelta; de la casa del Tejar a la de La Gasca, con paseos a la playa e interminables fiesta; carnavales y navidades; fanescas, coladas y guaguas de pan; tangos, boleros y la inconfundible voz de Sinatra… Recordarte es perseguirte en tu juvenil huida a Colombia e interceptarte en Ibarra… Recordarte es entender que el respeto que infundías se mezclaba con la mano amiga siempre extendida, o que la adversidad es una etapa necesaria en la vida, porque lo dulce no se entiende sin lo amargo… Recordarte es entender que el amor también implica sacrificio porque junto a Matico cuidaste de tus padres en un estado delicado por algunos años de sus vidas… Recordarte es entender que es posible ser un eterno galán a la antigua usanza, enamorado de la vida, enamorando al mismo amor… Recordarte es saber que entre todas, tu primer amor es tu último amor, tú único amor. Recodarte es recuerdo y arte.

Hoy el panorama se presenta un poco más oscuro y difícil, porque nos dirigimos a ti pensando en tu vitalidad y usual energía, y tu voz firme y segura no sale a nuestro encuentro. No será fácil sin ti, pero si algo nos enseñaste es que la familia merece su lugar y que unidos somos una cadena difícil de romper. Nos uniremos porque estamos sin ti, pero nos uniremos por ti, porque así te gustaba vernos y tenernos.

De repente, esta eternidad que nos separa hasta el reencuentro se me hace más corta, pienso en ti, en tus ojos pequeños, oscuros y vivaces y me siento un poco más optimista, porque presiento que te encontraré una y otra vez en la sonrisa de mis hijos, en la voz de mis nietos, en los reclamos y mimos de mi madre, en las anécdotas y añoranza de mi abuela, en la memoria de todos los que te queremos y te querremos siempre... Sí, te encontraré una y otra vez en mi camino y entenderé que siempre habrá una posibilidad de encontrarme contigo cada mañana cuando al enfrentarme al espejo admire una parte de ti en mi propia mirada.

Una gota de mar no es mar, pero contiene mar. Hoy todos tenemos ‘gotas de ti’ en nuestro rostro, lágrimas por ti… Todos contenemos un poco de ti hoy. Nos asemejamos de alguna manera al hombre que fuiste… Nos asemejamos al hombre que eres y serás, porque a quien se quiere y a quien se recuerda no muere jamás.

Querido abuelo, escúchame bien, no te preocupes más. Podremos tener problemas, podremos enfrentar adversidad, pero nada nos asustará, nada nos corromperá, nada en el mundo impedirá que sigamos luchando hasta el final. Seremos solidarios y acudiremos a proteger a nuestra familia. Cuidaremos de tus hijas… Cuidaremos de tu mujer. Cuidaremos de tus nietos. Cuidaremos de nosotros mismos. Cuenta conmigo para ello. Te quiero.

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68. Acerca de la obsesión sexual masculina, el amor y la iluminación

Posted by Juan K Peña on jueves, septiembre 10, 2009 in , , , , ,
¿Por qué los hombres pensamos tan recurrentemente en sexo? ¿Está mal? ¿No es sano? ¿Es completamente normal? ¿Vivimos una especie de ‘aceptable obsesión’ que nos lleva a relacionar muchas de las sensaciones que percibimos con la idea del sexo en cuanto tal?

El hombre, en términos generales, es mucho más sexual que la mujer. Está biológicamente preparado para reproducirse con una, dos, tres, o más mujeres, sin mayor problema en un corto período de tiempo. La meta está en asegurar y perpetuar su existencia en este planeta a través de la descendencia. La mujer, no. Una mujer que está embarazada debe tolerar un período de alrededor de nueve meses antes de poder embarazarse otra vez. Obviamente, esto es una explicación meramente biológica, que no considera otras variables importantes de la ecuación que son el aspecto emocional, el aspecto espiritual e inclusive el aspecto social.

Lo cierto es que la aparente obsesión sexual que los hombres sufren (o disfrutan) se ve reforzada por las conversaciones, comerciales, películas, revistas, imágenes, e inclusive tendencias de la moda, por lo que hay un constante refuerzo del mensaje que recibimos. Claro, no nos quejamos. Simplemente, seguimos pensando a menudo y con intermitencia en sexo.

El sexo es una necesidad, y es normal pensar en las necesidades que tenemos, me decía una psicóloga, amiga mía, cuando le pedí una aclaración del tema. El comer también es una necesidad, sin embargo pensamos mucho menos en comida, que en sexo. ¿Será porque nuestro deseo, o mejor dicho, necesidad sexual nunca se ha satisfecho del todo?

Aquí quiero señalar que no hablo de la necesidad sexual como sinónimo del placer. Es decir, que el placer se satisface a través del orgasmo, pero la necesidad sexual nunca queda del todo satisfecha. ¿Por qué? Es que al hacer el amor se pueden lograr mucho más que orgasmos y la compenetración de la pareja. Sé que para la mayoría de casos, esto ya es bastante. El placer físico y la satisfacción emocional que pueden producirse en este tipo de encuentros sobrepasan sus expectativas, pero ciertamente no las mías.

Hace un tiempo accedí a unos viejos manuscritos de alquimia. En ellos se decía que miles de años atrás hacer el amor significaba mucho más. ‘Hacer el amor’ tiene mucho de Alquimia, un arte y ciencia prácticamente olvidado hoy en día. Hacer el amor significa darle forma física a un sentimiento, a una emoción, a algo que tiene tintes espirituales. Esta explicación es la forma más sencilla de entender lo que viene a ser la Alquimia. Unos buscan la piedra filosofal, otros producir el oro, pero creo que un acto alquímico mucho más al alcance de nuestras habilidades estaría en aprender a hacer el amor debidamente.

Aparentemente, la autoridad económica y física que el hombre pretende frente a la mujer es una forma de reemplazar una autoridad legítima que tenía hace miles de años. Esta autoridad provenía de la seguridad que le otorgaba a la mujer y de la satisfacción que ella alcanzaba al sentirse amada de verdad. Al perder el camino, el hombre cayó en una especie de perenne infelicidad que lo lleva a fantasear sexualmente a menudo, a manifestarse a través de comportamientos violentos, y perderse en el trabajo y la búsqueda innecesaria de la riqueza y trofeos de sus guerras particulares, que son meras pantallas de un problema mucho más profundo. Lo peor de esto es que hombres así tienden a afectar permanentemente a cada mujer que tocan.

¿Por qué afecta a las mujeres que tocan? La mujer tiene energías que solamente pueden ser recogidas y aflorar sexualmente. Esta energía es pura, fundamental, bella, casi divina. Si el hombre fracasa en su intento de recoger esta energía, la energía se estanca. Es un principio físico que toda energía contenida tiende a buscar una forma para seguir fluyendo, es decir que tiende a explotar. Esta explosión es negativa, tanto en cuanto no fluye por donde originalmente debería, por lo que se generan algunas enfermedades físicas, malestares y problemas emocionales entre otros.

Hemos de re-aprender a amar de una forma divina, completa y desinteresada. Esto no depende de técnica alguna, o de experiencia sexual adquirida, sino de la utilización de la energía producto del amor mismo. Aquí surge el verdadero sentido de la autoridad que no es una autoridad manipuladora sino un punto de referencia válido. El que una mujer libere sus ‘energías divinas’ a un hombre que no sea tal, que no sea integro, y que no entienda de que se trata todo esto concluirá con una liberación parcial de esas energías y por tanto un acumulamiento innecesario de las mismas, que se expresa en tensión, infelicidad, preocupación, ansiedad entre otras sensaciones. Según el manuscrito la liberación de la energía divina de la mujer no puede darse por casualidad, bajo ninguna circunstancia. Ni siquiera si la mujer quisiera hacerlo, ni aunque ella quiera entregarse por entera a un hombre, porque éste debe ser capaz de liberar las propias energías, liberar las de ella y absorberlas haciendo las energías femeninas suyas. Vale insistir que la destreza sexual nada tiene que ver con el amor. La construcción del mero placer físico es meramente sexual. El orgasmo es la satisfacción de un instinto básico y no de un deseo ulterior.

Uno de los principales problemas pasa por la sobrexcitación y anticipación sexual que el hombre enfrenta. Esto desata altos niveles de agresividad sexual. Nuevamente, el ejemplo de la Alquimia, digamos que dos elementos (hombre y mujer) deben mezclarse pero para ello deben estar a la misma temperatura. Ahora digamos que la temperatura normal del hombre oscila entre los 25 y 35 grados centígrados. La mujer arranca entre los 5 y 15 grados. Cuando la mujer llega a los 25 grados y se siente cómoda, el hombre ya empieza a marcar una gran diferencia al alcanzar unos 50 grados. Digamos que ella alcanza cómodamente los 75 grados con una comodidad impresionante, mientras el hombre alcanzó hace un rato los 100 y se encuentra a punto de explosión.

Si los elementos no están a la misma temperatura, si hombre y mujer no están sintonizados, difícilmente ella podrá liberar todo lo que tiene por liberar Es que la mujer tiende a darlo todo, mientras el hombre tiende a dar lo que puede, que no es lo mismo aunque suena muy parecido.

Cuenta la leyenda que, originalmente, hombre y mujer poseían una aureola, como la de los santos, pero más larga y ancha, pues se extendía hasta más allá de los miembros extendidos. La aureola femenina era de un dorado más intenso debido a que su amor y la energía que de él se desprendía era más puro. El del hombre era un dorado más débil pues era el guardián del amor femenino. Al hacer el amor, ambas aureolas formaba una sola, más fuerte, más brillante, más intensa. Eran como dioses que basaban su existencia y presencia física en la divinidad de su amor. Esta aureola, individual o compartida, era suficiente para comunicarse, y cuando uno de los dos necesitaba la necesidad regenerar su aureola recurrían al acto del amor.

La construcción del mundo contribuyó al olvido del acto del amor. Se dice que el lenguaje solamente empezó a elaborarse en la medida que la capacidad de amar se atrofió. Es decir que hombre y mujer se olvidaron de ‘estar en el amor’ y lo remplazaron por un decir ‘te amo’, se olvidaron de ser amor, estar en el amor, y hacer el amor. Al olvidar hacer el amor divino no podían alcanzar el mismo estado de iluminación, de amor, de no tiempo, pese a que aparentemente era el mismo acto físico. En consecuencia los niños que empezaron a concebir ya no eran espiritualmente iluminados, sino emocionalmente dependientes.

Poco a poco, el hacer el amor fue visto como algo malo, porque iba corrompiendo la claridad y luminosidad de los espíritus existentes, en la medida que aparecía más y más gente que no sabía como hacer el amor divino y que eran gente sin este resplandor especial. Por esto, algunos seres todavía iluminados decidieron abstenerse de la práctica sexual y guardaron la luminosidad para si mismos. Estos pueden ser considerados los místicos o santos, cuya aureola era mucho más pequeña que la de sus antecesores y de quienes podemos ver imágenes en estampas, cuadros e imágenes en templos católicos. Pero este miedo inicial de los santos y místicos por no hacer el amor se tradujo en un problema para futuras generaciones pues todos olvidaron por hacer el amor por completo….

Puede haber mucho de leyenda en lo anterior, pero, sin duda, enfrentamos un problema cuando se trata del acto de amor en cuanto tal. El camino de una ‘posible iluminación’ pasa por la concientización de que debe haber un problema, dado que los síntomas existen y que una solución colectiva no parece posible. No sé si al hacer el amor con la mujer a la que ame nos iluminemos en una aureola mágica y común, pero ciertamente es necesario tomar y entregar las energías divinas que se desprendan de los dos. Para saber esto no hizo falta leer un manuscrito de Alquimia. Es más un asunto de sentido común y el deseo de estar en sintonía con alguien. Al fin de cuentas, es de lo que el amor debe tratarse.

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