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45. Tres versiones de una cita a ciegas (parte III - Me toca a mí)

Posted by Juan K Peña on martes, diciembre 02, 2008
ADVERTENCIA! Esta es una historia real, pero caleidoscopicada. No son tres historias, es una misma desde tres puntos de vista distintos. Esta es la tercera parte, y como diría Wisin en RAKATA: 'Me toca a mí', decir lo que pienso, como lo vi y como creo que acaba.

Mi mes de vacaciones en Buenos Aires está por terminar. La verdad es que muchas vacaciones no tuve. Pasé trabajando y ultimando detalles para venir a instalarme acá.

Precisamente, una noche luego de asistir a unas clases como oyente en la escuela de ATFA en Núñez, decido tratarme bien y cenar en un resturante japonés. Mi fascinación por el sushi hacen que no pueda pasar ni 20 días sin probarlo. Mi caminata noctura me lleva al Miyoshi Sushi. Parece un buen restaurante.

Estoy por entrar cuando viene un flaco, rubio y un poco más alto y casi me atropella. Lo dejo pasar y le digo.

- Cuidado! Al ver que va a pisar un pedazo de mierda de perro.
- Cuidate vos, nabo!
- Me grita.

No estoy para peleas, es más divertido ver que pisa mierda. Me hago a un lado, al ver que empieza a saltar en un pie y a sacudir el otro. Entra como si ya se hubiese limpiado del todo dejando una estela de porquería al caminar.

Al entrar, me tomo mi tiempo para ver la decoración y el lugar. Escucho, sin embargo, que el tipo pregunta por ‘Claudia Bosch’. ¿Cuáles son las posibilidades de que se trate de MI Claudia? (Aunque tan mía ya no es, y talvez nunca lo fue). Siento una leve agitación que me dice que si, que será ella quien esté ahí o por llegar y si la veo, (y peor si la veo con ese imbécil), no sabré como reaccionar.

La chica me dice que me atienden enseguida. Sonrío para asentir. Le pido una mesa en específico que tiene vista a la que ocupa el flaco que preguntó por Claudia. Pasa media hora y empiezo a pensar que Claudia, (si es que se trata de mi Claudia) no saldría con semejante ejemplar, que a lo mejor si es ella, para entonces habría recapacitado y no llegaría. Ordeno un poco de sake para empezar la espera.

Durante la espera veo unas demostraciones de tan malas y bajas costumbres que ruego que no sea Claudia la que llegue, porque me daría asco recibir solamente dinero de las manos de un tipo tan ‘insalubre’? ‘asqueroso’?

Llega Claudia y yo que me pensaba totalmente inmune a ella y nuestra historia, no puedo negar que aún me frustra verla ahí, pero a la vez me alegra y me extraña. Esta tan bella como siempre, a lo mejor está un poquito más mayor. Han pasado casi cinco años desde nuestro último contacto. Es como un sueño.

El tipo se levanta para saludarla de beso. ¿El beso? Me recordó a la forma en que Martín Palermo cabecearía un balón bajo contra el piso. Luego le ayuda a acomodarse en la mesa. ¿Le ayuda? Más parece una cargada propia de reggaeton. Totalmente inapropiado. Tengo deseos de intervenir, de decir algo, de asomarme, pero sé que ahora soy solo un fantasma y son esas palabras que aún recuerdo las que me permiten permanecer inmóvil, pero atento a lo que sucede.

Lo veo mordisquear los palitos de madera. ¡No puedo creerlo! ¿Quiere hacerla reir? Me doy cuenta que no es actuado. A lo mejor es producto del alcohol. No para de servirse vino y sake. La situación se vuelve cómica.

Más tarde veo a Claudia con cara de asco, como si fuera a vomitar. La miro hacer ademanes como que olfatea. Supongo que será el olor a mierda de los zapatos.

Sumi, mi mesera, una chica además de linda, muy agradable, me trae mi orden y empiezo a comer, cuando ella se va a retirar entablo conversación con ella de forma coqueta. La uso de escudo el momento que Claudia se levanta para ir al baño.

El rubio llama a Sumi, y parece que le pide algo como un desodorante, desinfectante o raid? Sumi vuelve con algún aerosol que el echa en sus pies y piso como si fuera AXE. Cuando Claudia vuelve escucho que menciona algo sobre escarabajos y gesticula para contar alguna historia ridícula.

Ahora es él el que se levanta. Sumi me pregunta si está todo en orden, le digo que si y que me traiga la cuenta. Parte de mi me dice que me levante, la tome por el brazo y la saque de ahí. Parte de mi, me dice que me largue y una tercera parte me dice que, me mantenga como el fantasma que soy, solamente cuidándola de que no acabe tan mal la noche como podría pasar una chica con un tipo así.

Salgo del restaurante. Ella no me ha visto. Me quedo caminando por la zona, un poco preocupado por la decisión que he tomado. Veo que salen juntos casi diez minutos más tarde. Salen abrazados y toman un taxi. Yo tomo el siguiente y pido que siga al que va delante.


Van a un hostal, ella se baja y lo carga como si fuese un muerto. Un hombre le abre la puerta y lo ayuda. Sin embargo, es ella quien lo carga como si fuese un muerto. Me bajo del taxi y me quedo pensando en si ella saldrá o no. Sale a los cinco minutos, agarra un taxi y se marcha. Yo volví en colectivo a la casa de mi hermana.

No, en esta versión no acaba la historia. ¿Quieres saber como acaba? Me cuentan que se casaron y vivieron felices… No, no te estoy cargando. Es verdad. ¿Felices para siempre? No sé. En todo caso, yo tengo la impresión de que ella sigue cargando con un muerto.

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