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45. Tres versiones de una cita a ciegas (parte I - Lo narra ella- CB)

Posted by Juan K Peña on martes, diciembre 02, 2008
ADVERTENCIA!! : Esta es una historia real, pero caleidoscopicada. No son tres historias, es una misma desde tres puntos de vista distintos. Esta es la PRIMERA PARTE- Narrado por una 'amiga' a la que llamaremos 'Claudia Bosch'.)

Aún no puedo creer que Lorenzo me convenciese para salir la noche de su visita a Capital Federal este último fin de semana. La verdad, es que al principió lo vi recomplicado. Nunca había visto ninguna foto suya en mi vida, y lo único que conocía de él era su carácter infantil, inmaduro y egoísta, gracias a los mensajes zarpados que me enviaba por mail o los comentarios del mismo calibre que dejaba en mi fotolog. Pero, tengo algo de felina que seguro no son los ojos. La curiosidad me venció y ya que este chico iba a venir por mis pagos… ¿Por qué no?

A las diez de la noche nos encontramos en un restaurante que se llama, Miyoshi Sushi Cuisine, en la zona de Palermo. Es un resto japonés, un poco caro. Fue mi elección, obvio!

Llegué a eso de las diez y treinta. Pregunté si había alguien esperándome en la mesa que había reservado. La chica que atendía me llevó a la mesa donde me esperaba él, todo consumido por la impaciencia. Lorenzo. Se levantó para saludarme de un salto apenas me vio. Eso me ayudó para analizarlo: Rubio oscuro, con una barbita bien afeitada. Me atrevería a decir que incluso llegaba a lindo. Claro que tal como me lo había imaginado, cualquier cosa superaba mis expectativas.

Iba vestido con una campera negra y unos Levi’s con las características rasgaduras que hacen que unos pantalones de esos cuesten por lo menos 100 pesos más.

Se acercó y me dio un beso. Casi me taladra la cara, un boludo importante. No lo hubiese tomado a mal, pero su aliento era una nada sutil mezcla de choripan y birra. Pero bueh! Lo dejé pasar… Aunque eso me demostraba que muy inteligente, para ciertas cosas, no era.

Me ayudó a que me acomodara e intentó ayudarme a que me sentara poniéndome la mano donde la espalda empieza a llamarse culo y viceversa. Cuando por fin me senté pasó su mano por mi cabello de una manera tan peculiar como extraña, tocándome casi el cuello. Pensé que tampoco era tan tonto como creía.

Nos trajeron la carta y mientras mirábamos lo que nos ofrecían matábamos el tiempo hablando de cualquier cosa… el tiempo, su viaje, que le había traído por Baires. En cuanto llegó la chica, esperé a que él ordenara. Me quería morir!!! El muy pelotudo nunca había comido sushi en su vida, no tenía la más remota idea de qué pedir. Me moría de la vergüenza cuando le escuché pedir un ‘Miyoshi Sushi Cuisine’, con la pronunciación más castellana posible. La chica le dijo que ese ‘plato’ era el nombre del restaurante, el tipo del restaurante.

En definitiva, acabé pidiendo por los dos, mientras veía que la noche iba para largo y me preguntaba si aún quedaban hombres en la ciudad.

El mal rato no acabó ahí. La conversación iba bien, cuando veo que se mete los palillos a la boca y los empieza a masticar!

- ¿Estan como malos estos palitos, no?
- Lorenzo, no me jodas! Te estás comiendo tus palitos de madera!
- ¿Te gusta mi sentido del humor?
- ¿Me estás cargando?

Empecé a mirar el reloj. El techo, a los lados, sentía que la gente nos observaba y no me atrevía a mirar a nadie. Resolví pedirle a la chica que nos trajese un tenedor. De pronto, noté un olor a mierda impresionante que me entró la más terrible de las náuseas ahí mismo. Empecé a buscar por el piso segura que había algo por ahi, y le decía a Lorenzo que debíamos irnos ya mismo. El de lo más dulce me decía que me vaya a ‘refrescar al baño’, mientras el lo arreglaba con la chica.
Obvio, corrí al baño del local que tenía un aire totalmente puro comparado con la mesa en la que estábamos. Me tomo mi tiempo. Al volver estaba él conversando con la chica que estaba bastante incómoda y con la mesa olor a raid. Me empieza a contar ‘la fascinante historia de los escarabajos peloteros, y como es posible encontrarlos en Buenos Aires’… Mira vos! Justo debajo de nuestra mesa. Lorenzo insistía en que nos quedáramos, el viaje había sido largo.

Lorenzo apenas me dejó beber una copa de vino blanco. El se acabó todo el sake y lo restante de la botella de vino. Se levantó diciendo que volvería pronto, que le urgía el baño. Se iba tambaleando y yo seguía sumida en la más profunda vergüenza. No sabía si pagar e irme, pero no iba a poder volver nunca más, eso era seguro. Aparte, por lo menos eso: El iba a tener que pagar TO-DO.
Al regresar, aún tambaleante y con el botón del pantalón abierto, el chico se sienta en una mesa con una rubia que estaba acompañada de un chico con todo el aspecto de rugbier. Ante la actitud amenazante del rugbier, Lorenzo empieza a retirarse tocando los platos y las copas de su mesa, con tan mala suerte que lanza un pedazo de maki a la cara de un pibe sentado en la mesa de la derecha.
- Mira este pibe! Ta gordo! Come hasta por los ojos! Dice en voz alta molestando a los padres del nene.

El padre y el novio rugbier de la rubia se disponían a cagarlo a palos a Lorenzo. Asi que lo agarré de la camperita y me lo llevé. La suerte fue que estaba tan ebrio que con su tarjeta de crédito pagamos todo. Con la noche de mierda que me hizo pasar era lo menos que podía hacer por mi. Lo llevo hasta un hostel cerca de Congreso en el que se estaba alojando. Estaba totalmente ebrio y era como cargar un muerto. Me toco subirlo hasta su pieza. Lo acomodé como pude en su cama y le dejé una nota ‘Lorenzo, te ruego que si volves a Buenos Aires, no se te ocurra buscarme más…’

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