2

58. De aeropuertos y despedidas

Posted by Juan K Peña on martes, mayo 19, 2009
Alguna vez escuché a alguien decir que odiaba hospitales y aeropuertos, porque era los sitios donde más se despedía la gente. A mi me encantan los aeropuertos, excepto cuando hay demasiada gente reunida. O bien porque implica llanto, o bien porque implica mal olor. Tengo un olfato muy agudo. Me gustan porque implican un cambio rápido, una continua necesidad de adaptarse: Vas a otra hora, a otra altura, a otro clima, a otro idioma, a otro acento, a otro color de piel, a otra religión, a otra mentalidad, a otro aire, a otro ambiente, a dormir en otra cama, a comer otra comida, a encontrar otros amigos..

Un cambio en sí es un reto, y seguro que no todo cambio es siempre para mejor, pero no deja de ser un reto. La necesidad de adaptarse está presente en el día a día. Curiosamente, a ratos los seres humanos pretendemos adaptar nuestro ambiente y entorno a nuestra realidad, en lugar de buscar la forma de adaptarnos nosotros.

Me gustan las salas de espera de los aeropuertos. Aunque estén llenas de turistas mal vestidos, de ejecutivos con laptops y gente despeinada durmiendo en sillas incómodas o en el piso. Ofrecen mucha variedad y es difícil aburrirse. Siempre me siento lleno de ilusión de ir a algún lado, ver que sucede a mi partida y qué me recibe a mi entrada.

El pasado 12 de marzo dejé la ciudad en la que vivía. Aparte de mi familia inmediata, no había nadie más. Estaban mis abuelos, mi vieja y mi hermana pequeña. También fue un rato mi ‘primo’ Fausto, que se ha convertido en mi mano derecha para algunos asuntos. Pero a más de ellos no estuvo nadie. Me fui casi sin hacer ruido. Me di tiempo de llamar a mi maestro y decirle lo que el esperaba, y ya había oído alguna vez en su vida de parte de un amigo… ‘Maestro, soy yo… Solo llamo para despedirme, estoy en el aeropuerto’.

No hubo pancartas, ni globitos… No hubo leyendas, ni abrazos de amigos o amigas, no hubo novia llorando, no hubo mayor ruido; pero tampoco hay quejas. Las cosas se dieron de esta forma. Vine en silencio.

En casa, el abrazo más cariñoso y la despedida más dolorosa fue para mi perro. El desconocía por cuanto tiempo me iba. Sé que todavía me espera cada noche, como si fuese a escuchar mis pasos a 30 metros de casa, y empezar a ponerse contento con mi llegada. No, mi amigo, todavía eso no va a pasar… Yo también tengo muchas ganas de verte. Yo también necesito de tu fiel y desinteresada compañía. Yo también extraño las caminatas por el parque, darte de comer y ver como te convertías en el perro más fuerte e inteligente que he tenido… En el aeropuerto volví a acordarme de él. Había quedado en casa, no más triste que cuando salía a la tienda a comprar el pan.

Me gustan los derroches y no hablo de dinero. Hay un desgaste e intercambio de energías bárbaro en cada grupo de personas que llega o que sale, y en cada avión que aterriza o despega.

Pienso que me marcho con la sensación de que he hecho menos amigos de los que podría haber hecho y que no cuidé muy bien a los que tenía. Me pregunto si hay gente que se pregunta si pudo haber sido mi amiga, y no llegó a serlo… O si se preguntan, en términos de amistad, si me han cuidado o contenido lo suficiente. ¿Importa ahora la respuesta?

Escucho algunos aviones preparándose para despegar. Aún no me han llamado para embarcar. Me molesta la sensación de haber dejado demasiadas trincheras abiertas… ¿Cuántas son demasiadas? ¿Tres? ¿Dos? ¿Una?... Una ya es demasiado. No debería quedar ninguna trinchera abierta, quisiera marcharme en paz. Podría ser que no regrese nunca más. No necesariamente que muera, simplemente que no regrese. Siempre cabe esa posibilidad. No deberían quedar cosas por resolver, pero esa trinchera no la abrí yo. Duele dejar ‘enemigos’ en casa. Es más fácil dejar amigos, porque sabes que se cuidarán entre ellos… Pero no me gusta la idea de saber que dejo a las personas que amo con alguien que no me ve con buenos ojos.

Los ciclos deben cerrarse por las buenas. No se puede esperar de brazos cruzados que aquello que iniciamos termine por sí solo, muera por causas naturales o por frío. Falta valor, falta consciencia, falta consecuencia… Hay gente que cree más sabio dejar pasar. Me parece más mediocre. El tiempo sigue allí pasando, la vida sigue trayéndote los mismos problemas a los que alguna vez no te enfrentaste…. La vida es muy sabia. Evades tus problemas una, dos y hasta tres veces, pero tarde o temprano ella viene y te dice: ‘Esta es la cuenta y lo vas a pagar acumulado’. ¡Y ojo que no lo hace por hija de puta! Lo hace porque no le dejamos otra opción… Nuestra cuenta por pagar se carga de pendientes. Para crecer hay que aprender.

Es normal. El temor al dolor es demasiado grande y es un tema que ya he tocado hasta el hartazgo. Cuando uno marca el cierre de un ciclo se está haciendo un tatuaje en el alma. Así duele, así te marca y puede ser que no te quede muy bonito, pero ya está… Es imborrable, y no hay marcha atrás. Acá no hay láser que opere. Pero, la experiencia, lejos de que te gusten los tatuajes o no, es placentera porque ese día uno se recibe de adulto. No, no se vuelve adulto… Eso pasó otro momento, ahora uno es un ‘adulto maduro’. Te acabas de recibir de ‘adulto maduro’.

Y así sin más, mientras agarro mi maleta y contemplo la pantalla que anuncia el embarque de mi vuelo, pienso que en unos meses, la enemiga gratis que me gané sin el menor esfuerzo también se marchará y todo deberá volver a la normalidad, solo que no estaré para sentir esa paz. Ese ciclo no me corresponde cerrarlo, yo nunca lo abrí. Pero, también sé que esa es una tarea demasiado grande para una niña, que no es adulta, y menos madura… Pese a los errores cometidos, las acusaciones vertidas, los malos entendidos intencionales… la miro con indulgencia, porque acá no se juzga con igual rigor a los menores… Acá solo se nos juzga con mayor rigor ‘a los mejores’

Mientras camino por el túnel y asumo mi nueva realidad, visualizo que con mi salida es ella quien se va, y a quién echo de mi vida. Ya está, nena. Fuiste! Recoge tus cosas, andate, te esperan en tu casa. Acá no hay nada más para vos. Sigan participando… Gracias por venir… Buena performance, gran imitación, casi me convences… Amagaste tanto, que te terminaste amagando… No somos enemigos, porque no somos ‘iguales’. Andate, se te hace tarde, y tus heridas te están escaldando. Andate, no hay nada más que escuchar, nada más que ver, nada más que hablar. NADA MÁS…

2 Comments


Solo decirte algo..al leerte, pienso..que orgullo sentiria si este chico por no decir hombre(suena a viejos) considera que yo sea su amiga.
Digo algunos amigos no los habras alimentado tanto pero te hiciste otros..que quizas ni siquiera sepas como les alegras el dia solo por estar "ahi" al otro lado de la linea(de adsl en este caso)...
La vida es tan sabia, que lgo de intentar los 3 factores:causalidad, suerte y destino...( de este ultimo me rio)si las cosas no salen..es mejor "soltar" sueltas esa energia retenida,bloqueada,encapsulada dentro de tu mente,de tu dolor, y todo fluye,pero no porque sea de cobarde que no encaro sus responsabilidades, sino que ya las encaro en todos los idiomas y ya no sabe que mas hacer..la vida,cuando sueltas, pone las cosas magica y suavemente en su lugar...por caida natural..todo se acomoda y se cierra ese ciclo...besito!.-


Yo hablo con vos y siento exactamente lo mismo... que orgullo que esta nena, mujer, sea mi amiga. Te quiero Manu.

Copyright © 2009 KALEIDOSCOPIOS All rights reserved. Theme by Laptop Geek. | Bloggerized by FalconHive.