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55. Sobre el miedo

Posted by Juan K Peña on sábado, abril 18, 2009
Cuando era niño dormía con una lamparita de pantalla verde encendida. Era muy pequeña y desprendía una luz que no me molestaba al dormir, sino que me hacía ver que no había nada de qué tener miedo en la oscuridad, que las sombras que veía moverse era el viento sobre algunas ramas, que los monstruos era ropa colgada, y que los fantasmas eran las propias formas de la madera en las puertas. La lamparita era mi gran protección contra las brujas, fantasmas, monstruos y gente mala que yo aseguraba existían. Tenía miedo.

También tenía miedo cuando el Gordo Noboa le daba por hacerme la vida imposible en los primeros años de la escuela y no había nadie que me defienda. Yo era un chiquito bueno y flaco, de esos que no le hacen ningún mal a nadie. El Gordo, un tipo grande, gozaba junto con sus cuatro amigos obligándonos a mover los arcos de fútbol metálicos, que nos parecían gigantescos y que en ese entonces pesaban una barbaridad. Al Gordo Noboa lo odié y temí durante toda la escuela, aunque la mayor parte del tiempo supe evitarlo.


Durante años tuve miedo al dolor físico y miedo al enfrentamiento con cualquiera considerado más fuerte. En el cole tuve miedo de relacionarme con mujeres, porque nadie me enseñó a hacerlo. Tuve miedo al estar en la calle, porque la consideraba insegura y peligrosa. Tenía miedo a la muerte, a morir quemado, ahogado, enfermo o asesinado. Tenía miedo a estar solo, aunque generalmente era común estar solo. Tenía miedo al entrar en una cancha de fútbol, siendo el lugar que más me gustaba…


Es difícil de explicar, pero el miedo estaba ahí, presente. El miedo era parte de mi crecimiento y de mi aprendizaje. Una especie de amigo indeseable que siempre estaba ahí. Pero curiosamente, también era una fuerza motora que me obligaba a mejorar.


El miedo hace que no nos quememos la mano ante la belleza del fuego, el miedo nos enseña a escapar de cosas que nos pueden causar dolor, o inclusive acercarnos a la muerte. El miedo es útil, cuando sabemos manejarlo. Pero yo no sabía manejarlo, y mi mejor forma de curarme y enfrentarlo ha sido siempre el estilo de ‘remedios de burro’, como cuando Amaranta se quemó las manos por la culpa que sentía por el sucidio de Pietro Crespi en Cien Años de Soledad. Es decir mis remedios han sido algo estúpidos, duros, pero efectivos. ¿Terapia de shock? Aparentemente, me funciona bien.


En los últimos años me he convertido en un elegante animal nocturno, un sutil ‘ladies man’, y un modesto peleador agresivo. No temo morirme, aunque no puedo dejar de preguntarme por el día en que eso va a ocurrir. No temo estar solo, porque disfruto mucho de mi compañía y se que otra persona también podría disfrutar de lo que tengo que decir y de mi saber escuchar. Ya no tengo miedo de estar solo, porque estando solo estoy conmigo. Soy una compañía bastante agradable. Sigo viviendo con una dosis de adrenalina cada partido que juego, pero eso no se va a ir nunca, y es absolutamente normal y sano.


MIEDO en inglés FEAR…. F. E. A. R. ¿False Evidence Appearing Real? Muchos miedos tienen mucho de esto. Muchas veces pensamos demasiado en la esencia de nuestros miedos, buscamos entenderlos. Lo que no está mal, siempre que nos e vuelva un justificativo para seguir viviendo con miedo. Muchas veces sucede esto de forma inevitable.


Tengo mis miedos y tengo mis defectos, por supuesto. Mi juego es ese: Seguir enfrentándolos y corrigiéndolos. Supongo que cada vez pueden ser más grandes…. O más pequeños. Es incierto, pero no hay que subestimarlos. El miedo es bueno si sabemos utilizarlo. Un buen ejemplo de ello es que todos tememos el ser rechazados por el sexo opuesto o por la sociedad. La breve explicación puede ser que estemos preprogramados para temer eso, porque en otros tiempos ese rechazo por parte de la sociedad o del sexo opuesto hubiese significado nuestra segura extinción en la manada. El valiente, a veces tiene miedo, solo que se enfrenta rápidamente a él.


Me gusta convivir con los temores comunes que nos permiten protegernos, cuidarnos, pero no dejar que ellos me dominen o viviría asustado. Esa es una opción autodestructiva y ese tipo de lujos no me los puedo dar.

1 Comments


Hola Juan K,
Me encanta cómo escribes... tienes una manera tan natural y real de decir las cosas! El miedo... para mí es parte intrínseca del ser humano. Siempre tenemos miedo. En lo personal tengo miedo al error y a la continua negación... tengo miedo de sentir prolongada frustración y que el golpe al ego no se vaya con nada. Me topé cara a cara con el peor de mis miedos... sentir esa puñalada por la espalda... pero ahora lo veo como un mal cuento de hadas... solo ha quedado el dolor de saber que todo fue una payasada y que tuve el papel principal de la boba engañada.

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