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52. Pequeñas histerias, pequeñas historias (Parte III)- Lecciones de adaptabilidad

Posted by Juan K Peña on sábado, enero 10, 2009
Me hace gracia cuando alguna persona cree que mi capacidad de adaptación es limitada. ¿Bajo qué parámetros se atreven a juzgar eso? ¿Su gran resistencia al frío y al calor? ¿Su facilidad para recuperarse de las veces que han sido heridos, tanto interna como externamente? ¿Se han adaptado a otros medios, talvez se han vuelto anfibios, saben mimetizase? A lo mejor es eso. Hace cientos de años el camaleón aprendió del dragón la capacidad de mimetizarse con el ambiente, pero el camaleón no podría atreverse a poner en duda la capacidad de adaptación del dragón, solamente porque no puede verlo.


Me pregunto si, hoy por hoy, si mi alma fuese lastimada curaría tan rápido como lo hace mi cuerpo. Pero simplemente, no pasa. No ocurre nada y talvez eso lastime en sí mismo. Las espadas no se hicieron para ser exhibidas y los corazones, al menos en las barajas, tienen la misma forma que las espadas.

Recientemente, tuve una ‘fiesta’ que quedó muy lejos de serlo. La música era tan mala como la conversación y la concurrencia. Los más entusiastas para la organización del evento, fueron los primeros en irse, o inclusive alguno, que yo me sé, se quedó dormido. Luego de los abrazos de año nuevo, fue evidente que las verdaderas intenciones de pasarlo bien estaban en todos lados, menos ahí. La mayoría salió en distintas direcciones. Yo me quedé, porque me había comprometido a ello. Sin embargo, era obvio que la fiesta no iba a mejorar.

¿Cómo lo pasé? Mal, muy mal, muy aburrido. ¿Me hace eso menos hábil para adaptarme? Nunca había visto tan subestimado un concepto tan profundo como el de la adaptación. NO, no me desadapté. Adaptación no tiene nada que ver con adopción. Hay gente capaz de poner cara de felicidad cuando no lo son, eso no se llama adaptación, se llama ‘adopción’ de máscaras, se llama boludez.

La adaptación tiene que ver un proceso evolutivo, que toma un período de tiempo significativo. Estas características hacen que el individuo, sea más apto para reproducirse con éxito.

Curiosamente, la segunda estupidez, la escuché en referencia a nuestra capacidad de adaptación: Mía y de mis hermanos. Sucede que ahora ‘somos raros porque nos adaptamos mejor a otros medios que otras personas, que sufren lo indecible en tierras ‘extrañas’, aunque hablen el mismo idioma’. Menos mal, que no se me ocurrió a mi, sino a Charles Darwin, que cuando los individuos interaccionan con el medio tienden a persistir ciertos patrones de comportamiento y sobre todo genéticos que proporcionan a los individuos las características más adecuadas para sobrevivir ¡Vaya, ahora la lógica dicta tirarse a morir!

El que se adapta encuentra formas de encontrar, aire, agua, un propio espacio y comida. El que se adapta se acostumbra a cambios en temperatura y luz. El que se adapta sabe reconocer y defenderse de sus enemigos naturales. El que se adapta sabe reproducirse y responder a los cambios de su entorno. El que se adapta es capaz de transmitir todo esto a sus crías, para que estas prosigan con el proceso de adaptación con mayor facilidad. El que se adapta sabe como incrementar su rendimiento.

Erróneamente la adaptabilidad se ha visto demasiado cercana a una característica que no siempre es una virtud, como es la flexibilidad. Hay situaciones, conductas y comportamientos que no son aceptables. Uno no puede aceptar todo, eso no es adaptarse, eso es someterse. La adaptación implica tolerancia, que no es igual a la flexibilidad. La flexibilidad no implica, necesariamente un sacrificio. Por ejemplo, una persona puede estirar sus piernas hasta ‘descuartizarse’. Es muy flexible, pero ha llegado a un punto en que no debe tolerar un dolor para hacer eso. La tolerancia es sentir ese dolor o incomodidad y aceptarlo y reconoce niveles, porque no todo ha de aceptarse, ni tolerarse.

- ¿No sabías que una señal de inteligencia es el saber adaptarse? – dijo ella reclamándome
- Seguramente, soy tonto. – le contesté no sin sarcasmo, pero con mucha tranquilidad.

Luego de eso, me dejó hablando solo completando la paradoja. Es que es muy fácil hablar de adaptación, sin profundizar. Las conceptualizaciones es la tarea más fácil en este fascinante proceso evolutivo. ¿Pero quién sabe? A lo mejor una nueva herida, un nuevo invierno o nuevos cambios en su entorno la ayuden a entender de qué se trata la adaptación. Al fin, la vida es mucho más paciente que todos nosotros juntos y no tiene reparo en repetir las lecciones, cuando una persona se niega a aprenderlas.


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