Interludio - Carta de Despedida al Abuelo Gabriel (De su nieto Sebastián)
Te escribo desde lejos, quizá un poco más lejos que los último años. Ahora eres tu quien ha decidido salir de viaje. Sé que te gustaba mucho esta tierra, sé que te gustaba mirarla...
Ahora que te siento y que te pienso profundamente, recuerdo tus aromas y la manera que envolvías tu pañuelo blanco con rayitas marrones, es que te gustaban mucho los marrones. Sería la manera de siempre recordar la tierra, supongo. Pienso en la cantidad de ligas que se encontraban en tu vida. ¡A todo le ponías una liga! Tu reloj ajustado con una liga..., tus documentos asegurados con una liga..., la bolsita del paraguas con una liga..., tu escritorio repleto de ligas rosas y beige. Así te pasaste la vida ligando, jugando con esos elásticos que ayudaban a sostener tus pequeños tesoros y que podías estirar y compartir con todos... Conmigo.
Abuelo amado, hoy lloré como cuando era tu niño, com el nieto que siempre seré y te imagine también como un niño. Recordé incluso tus travesuras de adulto, tu amabilidad y trato cordial, tu cercanía con la gente y el mundo, recordé poder darte un beso en tu rostro perfectamente afeitado, tu tacto suave, tus ganas de verlo todo, incluso en los momentos en donde el horizonte solo lo alcanzabas desde ese sillón de gerente color azul del que poco a poco tu cuerpo se fue haciendo parte.
Nos llenaste de imágenes, de amor, de detalles que no todos comprendieron. Tu tenías una capacidad única de encontrar la belleza una y otra vez en el mismo nevado, en las mismas calles. Y es que tu entendías los cambios, entendías las horas de las luces y las sombras. Sabías que nada en la vida se repite, que todo muta y se transforma. Admiré tu persistencia y rirgurosidad en tu trabajo, en tu pasión, en ese gran amor que siempre tuviste: La fotografía fue esa danza de afectos con la que no paraste nunca de bailar, y todos fuimos invitados a tu fiesta, mi pasado fue atrapado por el click de tu ojo.
'Abuelito Gabicho, Gabriel, Papa, hermano, tío, sobrino, amado, amigo, maestro, compañero, artista, humano'. ¡Cuantos apelativos y honores fuiste sumando en tu vida! No dudo que todos los transitaste con reciproca medida. En ti mire la equidad, la generosidad oportuna, la disciplina moderada, también el espacio para disfrutar lo simple y el detalle... ¿Lo recuerdas, no? Un trapecista en dos palitos de madera haciendo piruetas sobre una cuerda... Una sopa hecha con amor... Una visita sincera... Un favor... El aire de todos los días... El reconocimiento de tu trabajo... Tu vida.
Sé que te has ido lejos, pero también se que nunca más te volverás a ir. Sé que sin estar estás más cerca que nunca, se que de mí y de todos depende mantener tu sonrisa despierta, tu avidez pueril, tu caminata veloz y ligera, tu atención al mundo, a la naturaleza y al hombre.
Antes de despedirme, y de montarme nuevamente a ese triciclo que me regalaste en una Navidad, antes de seguir pedaleando en mi propia vida para así avanzar a la tuya, te quiero agradecer con la humildad que tu agradeciste los últimos gestos, las últimas miradas, las últimas presencias que abrazaste con fuerza. Te quiero agradecer por todo abuelo amado, gracias por haber querido ser parte de mi, porque por vos también soy quien ahora existe.
Besos y abrazos, tu nieto que te ama,
Sebastián